La infancia es una etapa vital muy vulnerable. Sabemos que los niños son como esponjas que absorben tanto lo bueno como lo malo. Su cerebro se está formando y no está preparado para asimilar algunas de las experiencias que sufren cuando son tan pequeños. Es por eso que es tan importante que sus figuras de apego, que normalmente son los padres, y otros adultos se responsabilicen de sus cuidados emocionales.
Tener descendencia o cuidar de la descendencia de otras personas proporcionando cosas materiales es lo fácil. Lo realmente complicado es proporcionar ese sostén emocional y las herramientas emocionales adecuadas cuando nos necesitan, dado que los adultos, no por el hecho de serlo, dejamos de tener emociones y sufrimiento, pero sí tenemos la responsabilidad de cuidar de los que vienen detrás.
Aquí te hablamos de qué heridas de la infancia nos pueden dejar las experiencias con quienes queremos y son nuestras figuras más importantes durante esta etapa. No todas las personas tenemos traumas, pero sí algún daño psicológico. Sanar esas heridas puede pasar por varias fases o ser un proceso lento y complejo. Lo que hay que hacer es sanar para que esas heridas se conviertan en cicatrices, ya que las cicatrices no duelen (Anabel González).
Índice
¿Qué son las heridas de la infancia?
Las heridas de la infancia son aquellos daños psicológicos que se han creado a raíz de ciertas experiencias acaecidas en dicha etapa vital. Estas experiencias han sido dolorosas o difíciles de manejar para el niño o niña, que, por su edad o por el carácter traumatizante de las experiencias no ha podido integrar adecuadamente en su identidad o en su self y han generado, a su vez, ciertas secuelas.
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Todo el mundo sabe que durante la infancia somos mucho más vulnerables. Pensemos en una persona muy pequeña tratando de lidiar con una situación muy compleja para ella, como pueden ser el rechazo, la burla o el abandono. No debemos perder de vista que para una criatura de estas edades que se sabe dependiente de alguien mayor que ella para sobrevivir, hará cualquier cosa para mantener un vínculo antes que perderlo. Aunque ese vínculo este siendo dañino, en la infancia no sabemos distinguir si las relaciones son sanas o no. Estamos programados para buscar la supervivencia a cualquier precio.
Este daño en los vínculos influye en las personas que somos en el futuro, ya que determina la forma en la que vemos el mundo, como funciona y cómo debemos comportarnos con los demás para que nos quieran. Esas creencias o ideas que se nos han quedado de cómo son las cosas puede afectarnos en que nuestra forma de relacionarnos no sea la más sana, afectando esto, a su vez, a nuestra calidad de vida.
A continuación, te contamos cuáles son las 5 heridas de la infancia y cómo podemos sanarlas.
Las 5 heridas de la infancia: cómo sanarlas
1. Herida de abandono
Esta es una de las heridas de la infancia que, por desgracia, aparece con bastante frecuencia en esta etapa y que, a veces, viene de la mano de otras heridas. Algunas personas han tenido que pasar por que sus principales cuidadores (que suelen ser los padres) no estuvieron o no pudieron estar ahí cuando les necesitaban. Las heridas se generan cuando el sostén del que se ha carecido ha sido emocional. Normalmente, las personas que han sufrido esta herida viven sus relaciones con mucha angustia, como en un estado de alerta, como si en cualquier momento se les fuera a abandonar.
Para sanar esta herida es muy necesario hacerla consciente y aprender a aceptar las circunstancias de los cuidadores y reparar ese dolor que deja el que no supiera hacerlo mejor.
2. Herida de injusticia
Sentir que te sobre exigen durante la infancia, que se ha ejercido mucha autoridad sobre ti y esforzarse para cumplir las expectativas de los cuidadores, puede dejar un poso de injusticia e impotencia en tu interior. Aunque no seamos conscientes de esa sensación durante esta etapa, ya que aún no disponemos de la capacidad para identificarla. Las consecuencias que deja esta herida suelen ser personas con una autoexigencia desmesurada.
Para sanarla deberemos traerla al presente cada vez que veamos que nos exigimos de más, aprender a permitirnos no llegar a lo que se espera o exponerse a no ser seres perfectos.
3. Herida de traición
La traición se genera cuando un vínculo importante comete un acto que rompe con la lealtad que teníamos con ese vínculo. Esto daña la confianza que la persona con esta y otras heridas de la infancia (el abandono se puede vivir como una traición muy frecuentemente) tenga. Le va a costar mucho confiar en las demás y, a menudo, serán personas que les cuesta mucho pedir ayuda.
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Sanar esta herida es un proceso duro, ya que se trata de una lucha con los propios pensamientos y el constante miedo a volver a vivir lo mismo. Hacerla consciente y aprender a pedir ayuda serán esenciales en este proceso.
4. Herida de humillación
La experiencia de la humillación deja en el cerebro del niño o de la niña el mensaje de que no es un ser válido digno de un buen trato. Como es lógico esto tendrá consecuencias devastadoras en la personalidad. Quienes han sufrido esta herida suelen tener una autoestima muy baja y una mirada muy poco amable hacia sí mismas.
Para sanar esta herida será muy importante trabajar con el repertorio de mensajes que forman nuestro autodiálogo, traerlos a la consciencia y tratar de cambiarlos.
5. Herida de rechazo
Sentir que no se forma parte de ningún grupo o que no se te aceptó por algún rasgo que no podías cambiar o que no estabas preparado para cambiar también deja una herida supurante. Las consecuencias que tendrá en la persona será una constante búsqueda de validación de los demás, con el fin de sentir la aceptación de la que carecieron en la infancia.
Saberse suficiente va a ser muy importante en el proceso de sanación de esta herida.
Conclusiones
En la terapia psicológica siempre se le da cabida a nuestro pasado, en especial, a nuestros primeros años de vida, nuestra infancia y nuestra adolescencia. Hablar de ello es importante porque en esos años es cuando nuestra personalidad se empieza a formar y esa personalidad se formará en base a las experiencias que nos haya tocado vivir y las heridas de la infancia que hayan dejado esas experiencias. Conocerlas hace el proceso terapéutico altamente valioso. Además, también es muy importante porque permite a la figura del terapeuta conocer y saber de donde parte de la persona y da pistas sobre qué herramientas le va a ser más útiles para avanzar y conseguir el bienestar psicológico que desea.
Por eso, las terapias que no indagan demasiado en el pasado de la persona o que no lo ven como una pérdida de tiempo (porque lo pasado, pasado está), suelen ser efectivas, pero no a largo plazo, suelen tener un alto rango de recaídas, sobre todo, en casos de trauma complejo. Hablamos de terapias como el coaching o la terapia breve estratégica. Para casos de sintomatología más allá del crecimiento personal recomendamos terapias de enfoque humanista e integrativo.
¿Buscas servicios de psicoterapia para sanar las heridas de la infancia?
A menudo, las heridas de la infancia que hayamos podido sufrir dejan una secuelas que moldean distintas partes de nuestras personalidad y no siempre esas partes son adaptativas y beneficiosas. La terapia te puede ayudar a descubrir cuáles son esas partes y a relacionarte mejor con ellas. En Avance Psicólogos colaboramos con un equipo de psicólogos de Madrid experto en terapias humanistas que contemplan estas heridas y la experiencia para realizar una intervención adecuada. Ya sea en persona mediante la terapia presencial o a través de terapia online, estamos aquí para proporcionarte el apoyo que necesitas. ¡Contáctanos hoy mismo y comienza a construir una vida más plena y feliz!
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Referencias bibliográficas
Bourbeau, L. (2017). La sanación de las 5 heridas. EDITORIAL SIRIO SA.
Cyrulnik, B. (2015). Las almas heridas: Las huellas de la infancia, la necesidad del relato y los mecanismos de la memoria (Vol. 100622). Editorial Gedisa.
Las cicatrices no duelen: Cómo sanar nuestras heridas y deshacer los nudos emocionales (Primera edición en Colección Booket: septiembre de 2022). (2022). Booket.