Adicción al trabajo ¿por qué aparece y cómo solucionarla?. La adicción al trabajo ha ido cobrando importancia a medida que ha habido un mayor conocimiento sobre sus consecuencias. El nuevo término anglosajón workaholic para referirnos a la compulsión del trabajo, está cada vez más extendido.
La persona con adicción al trabajo, se reconoce dentro de los parámetros psiquiátricos como personalidad del tipo A, esto es, personas que muestran entre otros, rasgos de personalidad obsesivo-compulsivos. El trasfondo es una ansiedad que trata de bajarse con la sensación de control sobre el trabajo.
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Índice
¿Qué es la adicción al trabajo?
Las personas con adicción al trabajo aprenden a valorarse en función de los logros profesionales, depositando, cada vez más compulsivamente, su autoestima en su eficiencia profesional. De este modo el problema se va agravando al ir reduciendo progresivamente los espacios personales y familiares. Las carencias afectivas dentro del vínculo familiar y de la pareja se hacen evidentes con el tiempo y ante los problemas, la persona con adicción al trabajo se refugia, aún más si cabe, en estar ocupada.
En nuestro centro de psicología en Madrid son muchas las terapias de pareja que, tras una mirada en profundidad, esconden este problema.
Nuestra sociedad considera a la persona que ejerce su trabajo con profusión como responsable, y todo lo relacionado con el control y el logro profesional es valorado positivamente, lo que muchas veces ayuda a que este problema pase desapercibido hasta que se convierte en una compulsión. Suele ser la familia quien da el primer toque de alarma, pero es condición indispensable que la persona que lo padece lo reconozca como un problema para que pueda tratarse.
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Síntomas
Todo aquello que se salga de su ocupación es considerado una pérdida de tiempo, y la irascibilidad y ansiedad tarda poco tiempo en aumentar, además de problemas somáticos, generalmente cardio-vasculares y de hipertensión.
Puede aparecer también la depresión, ante el sentimiento de indefensión que genera «el nunca es suficiente». Cuando la persona observa que la preocupación es constante, y que por más control que ejerce sobre el trabajo, el estrés nunca desciende, el estado de ánimo baja irremediablemente. Todo esto, unido al empobrecimiento de las relaciones sociales y afectivas y a los escasos espacios de ocio y de desarrollo personal a otros niveles, puede llegar a desestabilizar profundamente a quien padece esta compulsión.
Tratamientos
Una vez reconocido el problema, es muy importante ir reduciendo progresivamente a lo largo de la terapia las respuestas de control sobre el trabajo que están de más.
Muchas veces existe de fondo un miedo a la soledad o a pasar tiempo a solas con uno mismo sin una ocupación o actividad, trabajar sobre este punto, buscando momentos de tranquilidad y de hacer cosas a solas que no tengan que ver con el trabajo, será fundamental. Localizar las actitudes y errores de pensamiento que llevan a contemplar el control y eficacia sobre el trabajo como único modo de éxito. Además de relativizar esta misma necesidad de éxito, que muy probablemente esconda un miedo irracional al fracaso, es otro aspecto fundamental del tratamiento.
Y lo más importante, restablecer la vida personal y social, base de la estabilidad personal y autoestima.
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Referencias bibliográficas:
«Confesiones de un Workcaholico» , 1971. W.E. Oates
«Que no te pese el trabajo», 2007. Ed. Gestión 2000. Marisa Bosqued
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