La alimentación y su influencia en nuestro bienestar psicológico. Los procesos psicológicos están ligados a prácticamente todo lo que ocurre en nuestro organismo, dado que no existe una separación radical entre la mente y el cuerpo. En este sentido, no sorprende el hecho de que nuestra manera de alimentarnos tenga un impacto en el modo en el que pensamos, sentimos e interactuamos con el entorno y con los demás.
En este artículo vamos a ver el modo en el que la alimentación influye en nuestro bienestar psicológico a través de diferentes mecanismos que afectan a nuestro día a día.
Descubre cómo te puede ayudar nuestra terapia psicológica
Índice
¿Cómo afecta a nuestro bienestar psicológico nuestra manera de alimentarnos?
Estas son las principales formas en las que nuestra manera de comer tiene un impacto en nuestro bienestar psicológico y capacidad para gestionar nuestras emociones de una manera adecuada.
1. Actúa a favor o en contra de un adecuado ritmo circadiano
Todos los seres humanos contamos con un reloj biológico que determina cuándo estamos más activados y cuándo lo estamos menos. Hay muchos factores que influyen en el modo en el que estas fluctuaciones de energía nos afectan a lo largo de las 24 horas del día, y la alimentación es uno de ellos.
Así, qué y cuándo comemos hace que de manera automática e inconsciente adoptemos una mentalidad más activa o más pasiva dependiendo del punto de nuestro “horario interno” en el que nos encontremos.
Este horario está definido por el ritmo circadiano, que es el modo en el que el reloj biológico nos va marcando los tiempos entre el momento en el que nuestro cuerpo nos pide despertarnos y el momento en el que necesitamos dormir. Por ello, debemos intentar que en cada fase del día tengamos acceso a los alimentos que necesitamos en ese momento, ni más, ni menos.
2. Juega un papel importante en la gestión de la ansiedad
El aspecto hedonista de la actividad de comer da pista sobre otra de las maneras en las que alimentarnos nos acerca al bienestar psicológico: saborear la comida es una experiencia que nos ayuda a desconectar, y que incluso tiene características similares a las que se dan en la meditación. No es de extrañar que existan ejercicios de Mindfulness basados en el acto de comer: el “mindful eating”. Centrarse en estas sensaciones es una buena manera de alejar los pensamientos intrusivos y hacer un “reset” mental.
Para lo bueno y para lo malo, muchas personas utilizan la comida como una manera de gestionar el estrés y la ansiedad cuando esta alcanza niveles altos. A veces esto no genera problemas significativos a largo plazo e incluso es beneficioso, tal y como hemos visto, pero hay casos en los que esta clase de hábitos (basados en comer sin hambre simplemente para distraerse saboreando la comida) da pie a problemas añadidos.
Más allá de las posibles alteraciones de salud derivadas de la malnutrición por comer demasiado o comida poco saludable, el simple hecho de darse atracones innecesarios puede llegar a suponer un factor de malestar psicológico añadido: sentimientos de culpa, desgaste de la autoestima, empeoramiento de la capacidad para gestionar el tiempo y dedicarlo a solucionar aquello que nos preocupa en primer lugar, etc. Estas complicaciones pueden aparecer incuso en casos en los que estos problemas no llegan a constituir un trastorno alimentario como la bulimia.
3. Nos ayuda a acercarnos a metas de fortalecimiento del cuerpo
No podemos pasar por alto que para muchas personas, gran parte de lo que aporta felicidad tiene que ver con llegar a objetivos relacionados con el rendimiento físico, ya sea en actividades deportivas o fuera de ellas. En este sentido, la diferencia entre llevar un control de lo que se come o no hacerlo es muy significativa. Por ejemplo, para construir músculo y capacidad para levantar más peso en cuestión de pocas semanas es necesario llevar una dieta acorde a estos objetivos.
- Te recomendamos: Los beneficios psicológicos de practicar deporte
4. Puede ser usado como sistema de auto-motivación
Uno de los aspectos de la Inteligencia Emocional tiene que ver con nuestra capacidad de auto-motivarnos, es decir, ponernos las cosas fáciles para orientar nuestras acciones hacia los objetivos a medio y largo plazo, incluso si eso implica esforzarse en el aquí y ahora. En este sentido, la comida forma parte de los incentivos que muchas personas utilizan para hacer aumentar su predisposición a llegar a sus metas en el tiempo deseado. Pequeños detalles como acostumbrarnos a auto-premiarnos con pausas para saborear café o picotear unos snacks con amigos a cierta hora nos ayudan a hacer que estos sacrificios sean algo asumible y nos comprometamos con los horarios de trabajo, de estudio, etc.
5. Nos alegra
Finalmente, aunque pueda parecer evidente, el placer de la buena comida tiene valor por sí mismo, y en muchos casos nos pone de mejor humor. No es casualidad que en muchas culturas sea habitual hablar de negocios mientras se come, pues el hecho de comer tiende a volvernos más abiertos y a mejorar nuestro estado de ánimo, con lo que es más fácil hacer buenas migas con personas que puede ser interesante conocer.
- Artículo relacionado: Las 6 ventajas de levantarse temprano
¿Buscas asistencia psicológica profesional?
Si te estás planteando buscar ayuda profesional y acudir a psicoterapia, ponte en contacto con nosotros. En Avance Psicólogos contamos con dos décadas de experiencia ayudando a las personas, y ofrecemos servicios de psicoterapia para adultos, adolescentes y niños, además de terapia de pareja, terapia sexual, coaching, e intervención en psiconeurología y psiquiatría. Nos encontrarás en nuestro centro de psicoterapia ubicado en el barrio de Goya, Madrid, así como a través de nuestros servicios de terapia online por videollamada.
Descubre cómo te puede ayudar nuestra terapia online
Referencias bibliográficas:
Herman, C.P.; Polivy, J. (1975). Anxiety, restraint, and eating behavior, 84(6): pp. 66 – 72.
Rosenbaum, D.L. et. al. (2013). The Role of Anxiety in Binge Eating Behavior: A Critical Examination of Theory and Empirical Literature, Health Psychology Research, 1(2): e19.
Ulrich-Lai, Y.M.; Fulton, S.; Wilson, M.; Petrovich, G.; Rinaman, L. (2015). Stress Exposure, Food Intake, and Emotional State. Stress, 18(4): pp. 381 – 399.
Yannakoulia, M. (2008). Eating habits in relations to anxiety symptoms among apparently healthy adults. A pattern analysis from the ATTICA Study. Appetite, 51(3): pp. 519 – 525.