La angustia es una emoción muy común que en mayor o menos medida todas las personas hemos sentido alguna vez. Encontrarnos mal, tanto física como psicológicamente, ya nos puede generar angustia de por sí. Hablamos de tener un mal día, encontrarse con desanimo o con ganas de llorar. La angustia puede aparecer por diversos motivos, siendo el principal, paradójicamente, no saber por qué aparece.
Muchas veces, nos referimos a la angustia como “tener un bajón”, un “no sé lo que me pasa” o nos referimos a ella cuando algo nos provoca un miedo o una incertidumbre. La angustia puede ser sentir una amenaza, sentirnos personas no válidas o solo angustia por no saber por qué tengo angustia.
En este artículo te queremos hablar de la angustia, en qué se diferencia de la ansiedad, los motivos por lo que aparece y darte algunos consejos que te pueden ayudar a manejarla.
Índice
¿Qué es la angustia?
La angustia es una experiencia emocional intensa caracterizada por sentimientos de inquietud, miedo o aprensión profunda, acompañada a menudo por síntomas físicos como palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración, tensión muscular, entre otros. Es una respuesta natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes o estresantes.
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La angustia puede surgir por diversas razones, como situaciones de peligro inminente, estrés emocional, conflictos internos, preocupaciones excesivas sobre el futuro, entre otros. Puede ser una reacción temporal ante ciertas circunstancias o puede convertirse en un trastorno de ansiedad si se vuelve persistente e interfiere significativamente con la vida diaria de una persona.
¿Cuál es la diferencia entre ansiedad y angustia?
Solemos utilizar los términos de angustia y ansiedad como sinónimos, sin embargo, tienen algunas diferencias. Cuando sentimos una inquietud desagradable o un malestar genérico, la gente utiliza el “tengo ansiedad” o “siento una angustia” de manera indistinta. La angustia está muy presente en los trastornos de ansiedad. No obstante, las diferencias son las que te contamos a continuación.
Comparten muchos síntomas y, a veces, no es nada sencillo distinguirlas, incluso para los psicólogos. La angustia tiene un origen más fisiológico, mientras que la ansiedad es más cognitiva. Es decir, en la ansiedad, tendemos a tener pensamientos intrusivos y rumiativos. En la angustia, sentimos malestar, pero no sabemos qué nos genera ese malestar, no hay un pensamiento en específico que nos esté molestando.
En un ataque de ansiedad nuestro cuerpo se activa, percibe una amenaza y se quiere preparar para salir huyendo o lucha. En cambio, la angustia, aunque se manifiesta también en el cuerpo (como todas las emociones) tiende a paralizarnos, nos bloquea, no sabemos qué hacer o cómo reaccionar. Sentimos una fuerte opresión casi constante en la boca del estomago o en la garganta. Por otro lado, la ansiedad, donde más la suele ubicar la gente es en el pecho. La ansiedad aparece cuando hay una amenaza inminente (ej.: tener que hablar en público) mientras que la angustia aparece cuando la amenaza es incierta, inespecífica y dura más en el tiempo (ej.: no saber si nos van a despedir del trabajo.
Síntomas de la angustia
La angustia es una emoción muy desagradable que asociamos cuando vemos un peligro pero que no está muy claro. Tiene que ver también con la tristeza y la frustración. Estas emociones son las que nos ayudan a aceptar una situación que no podemos cambiar.
La angustia se puede manifestar a través de nuestro cuerpo como un nudo en la garganta o a través de síntomas digestivos, ya que es una emoción que tendemos a somatizar bastante. También, se puede hacer ver a través de dolores de cabeza.
Con la angustia, sentimos indefensión, sentimos que lo que nos ocurre no tiene solución y, si la tiene, no sabemos cómo llegar a ella. Esto nos genera más angustia todavía ya que, si sé a dónde tengo que llegar, ¿cómo no puedo saber cómo llegar hasta allí? Por tanto, otros síntomas que suelen aparecer asociados a la angustia son la impotencia, la desesperanza o el llanto incontrolado. Es una emoción que nos lleva al desgaste y, por tanto, solemos sentir mucho cansancio que no se pasa cuando descanamos.
Causas de la angustia
Como ya hemos dicho la angustia aparece cuando hay una situación de peligro difusa, que no sabemos bien lo que puede ocurrir. Hay mucha incertidumbre. Igualmente, puede aparecer cuando anticipamos un malestar. Por ejemplo, si hemos sufrido ataques de ansiedad, podemos angustiarnos con la idea de que se pueda repetir.
La angustia se origina y se retroalimenta con la preocupación obsesiva y se mantiene porque llevamos a cabo estrategias para evitar preocuparnos y que no funcionan. Dichas estrategias no son útiles porque no van a la raíz del problema, sino que tapan o niegan el problema. Mirando para otro lado, lo que conseguimos es no dejar a la emoción salir y, por eso, es una emoción que, por cómo la tratamos, acaba somatizándose.
Igualmente, la angustia puede ser generada por conflictos que surgen en nuestra vida en las distintas áreas: a nivel familiar, personal, laboral o de pareja. Al mismo tiempo, el no poder o no saber identificar su origen genera mayores niveles de angustia.
7 claves para manejar la angustia
1. Date cuenta de los pensamientos negativos
El malestar físico que genera la angustia y del cual hemos hablado puede hacernos entrar en bucles de pensamientos negativos que, a su vez, pueden provocarnos un ataque de ansiedad. Si reconoces esos pensamientos te das la oportunidad o bien de pararlos o bien de estructurarlos.
2. Practica mindfluness
Una vez tengas identificados los pensamientos negativos o te hayas percatado de que estás en un bucle, otra opción que tienes es practicar la atención plena. El mindfulness, a diferencia de las técnicas de relajación, tiene como objetivo aceptar lo que te está ocurriendo en ese momento, estar presente con tus síntomas o tus emociones sin entrar a juzgarlos.
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3. Haz ejercicio
El deporte y el ejercicio físico te pueden ayudar a reducir la angustia y los síntomas físicos que ella te genera. Con la actividad física generas endorfinas que te ayudarán a sentirte mejor. Aunque el deporte no va a curar tu angustia (a no ser que la causa de esta emoción radique en tu relación con el deporte), pero te ayudará a sentirte mejor y tener más momentos de bienestar que de malestar.
4. Busca apoyo
En las rachas en las que no nos sentimos bien y tenemos mucha angustia es de vital importancia que tengamos en quien apoyarnos. Revisa tu círculo de amistades y red familiar y mira en quien puedes confiar para contarle o contarles cómo te sientes. Ha de ser alguien que te valide y no alguien que minimice tus sentimientos.
5. Identifica la causa de tu angustia
Esto sería lo ideal, ya que cuando la incertidumbre nos invade o no sabemos de donde viene nuestro malestar, como ya hemos explicado, la angustia se retroalimenta y aumenta. Lo que ocurre muchas veces es que la causa puede ser tan dolorosa que no están preparados para mirar hacia ahí. Sin embargo, cuando identificamos la causa y la aceptamos, la angustia suele ir diluyéndose poco a poco.
6. Busca ayuda profesional
Identificar las causas de nuestra angustia en la mayoría de los casos va a requerir de la ayuda de una psicoterapia. La terapia psicológica te guiará para que aprendas a identificar la causa a través de la evaluación de lo que estás tratando de evitar. Además, te enseñará otras estrategias que te ayuden a sostener esa angustia en lugar de luchar contra ella.
¿Quieres ayuda psicológica para tratar tu angustia?
Al igual que los trastornos de ansiedad, una angustia que no remite también requiere de ayuda profesional. Además, la terapia es muy importante en estos casos para que te ayude a identificar las causas, que no siempre están tan claras como en la ansiedad, y poder trabajar en la raíz del problema y no tanto en estrategias de evitación. En Avance Psicólogos colaboramos con un equipo de psicólogos especialistas en ansiedad que te ayudará a conocerte y a aprender un adecuado manejo de las emociones. Ponte en contacto con nosotros para más información.
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Referencias bibliográficas:
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de la Fuente Muñiz, R. (2022). Angustia normal y angustia patológica.
Prado, N. I. A., Aguilar, E. M. E., & González, V. R. (2024). Efectividad de la psicoterapia integrativa en una adolescente parentalizada con síntomas de ansiedad. Psicología y Salud, 34(2), 209-214.
Erskine, R. G., Moursund, J. P., & Trautmann, R. L. (2012). Más allá de la empatía. Una terapia de contacto en la relación (N. Maestre, Trad.). Descleé de Brouwer.(Trabajo original publicado en 1999).