Sabemos que una persona arrogante es difícil de tratar y que de manera muy fácil puede llegar a fastidiarnos un buen día si topamos con ella. Sin embargo, a veces somos nosotros mismos quienes actuamos de forma arrogante sin darnos cuenta.
Hemos de tener en cuenta que, cuando interactuamos con los demás, ambas partes, incluidos nosotros mismos, queremos caer bien, mostrar nuestra mejor cara y nuestra parte más amable y simpática. Con este deseo por delante, en ocasiones, podemos confundir esto con querer estar demasiado a la altura o desear cumplir a raja tabla las expectativas de los demás, de forma que cruzamos una delgada y peligrosa línea en la que podemos empezar a actuar de manera arrogante.
¿Tras la persona arrogante se esconde una baja autoestima? ¿Se es arrogante para compensar eso? ¿Cómo puedo detectar si estoy siendo arrogante? ¿Es algo que se puede cambiar? En este artículo te explicaremos algunas claves, conductas o gestos que te ayudarán a detectar si tú te estas comportando como una persona arrogante.
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Índice
¿Qué es ser arrogante?
La arrogancia es un rasgo de personalidad que es bastante intratable. Cuando tenemos una persona que se comporta de forma arrogante cerca, con frecuencia, nos es difícil interactuar con ella. La arrogancia se define como el menosprecio a la opinión ajena y la creencia de que nuestras ideas, opiniones o conductas son más válidas que las de los demás. A menudo, se confunde el validar lo que es propio por encima de los demás con una autoestima fuerte. Sin embargo, el ser arrogante nos puede convertir en personas ciegas, sordas o insensibles a las emociones, opiniones o ideas del resto. Puede parecer algo banal, pero, si lo pensamos, puede resultar bastante limitante.
Una persona arrogante verá limitada, principalmente, su capacidad de ver la perspectiva de los demás. Por ello, verá limitada a su vez su vida social y causará malestar en los demás. En definitiva, no se ganará la simpatía de los demás. No obstante, no es sencillo detectar la arrogancia; suele estar camuflada, sobre todo, cuando es uno mismo quien está ejerciendo la arrogancia. Como dice el popular dicho: se ve más la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
A continuación, te enumeramos, aunque cada persona es distinta, algunas claves o rasgos que te pueden servir como guía a la hora de detectar si estás actuando de forma arrogante.
¿Qué esconden las personas arrogantes?
La arrogancia, más allá de ser un rasgo molesto para quienes interactúan con ella, suele ser un mecanismo de defensa para ocultar inseguridades. Muchas veces, tras esa fachada de superioridad, se esconde una baja autoestima, miedo al rechazo o una necesidad constante de validación externa. Este comportamiento busca proteger a la persona de sentirse vulnerable, aunque termine generando rechazo o aislamiento en su entorno.
Además, la falta de autoconocimiento juega un papel clave. Quienes actúan de manera arrogante a menudo no reconocen sus propias emociones o limitaciones, lo que perpetúa esa actitud.
Diferencias entre arrogancia y soberbia
Aunque la arrogancia y la soberbia parecen similares, tienen diferencias importantes. La arrogancia suele reflejarse en cómo tratamos a los demás, minimizando sus opiniones o buscando destacar. En cambio, la soberbia es una actitud más interna y rígida, basada en una convicción de superioridad que no necesita validación externa. Mientras que el arrogante busca reconocimiento, el soberbio simplemente cree estar por encima de los demás sin importar lo que piensen.
La arrogancia puede esconder inseguridad, mientras que la soberbia tiende a aislar emocionalmente a la persona. Trabajar en reconocer estas actitudes es clave para mejorar nuestras relaciones. Ser conscientes de cómo nos perciben los demás y abrirnos a nuevas perspectivas nos ayuda a crecer y a construir conexiones más sanas.
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8 claves para detectar si eres una persona arrogante
A continuación veremos las diferentes claves para identificar la personalidad arrogante:
1. Hablas mal de los demás a sus espaldas
Cuando estás en otro círculo social, tiendes a criticar o a hablar de las características negativas de una persona que no se encuentra físicamente en ese momento. Esto es una forma de compararte con dicha persona, para quedar tu por encima, pero a base de destacar “lo malo” de otro. Mejor, trata de hablar de tus cualidades y, en todo caso, si vas a hablar de otra persona que sea de lo que ella o él puede cambiar y no de lo que no puede (por ejemplo, su físico). Además, hablar mal de alguien a sus espaladas genera mucho rechazo hacia el resto, pues esas personas se estarán preguntando si haces lo mismo con ellas cuando no están.
2. Interrumpes
Presta atención a si interrumpes más de la cuenta. Esto puede ser por una mera falta de habilidades sociales o, porque, efectivamente, tiendes a ser arrogante. Además, esto te lleva a no atender al discurso de los demás y a minusvalorar sus opiniones. En definitiva, te falta escucha activa. La escucha activa es la habilidad de escuchar con conciencia plena el mensaje del otro con el objetivo de comprender. Pregúntate si estás escuchando para captar y entender la información o si escuchas para tener una contestación preparada.
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3. Las personas tímidas no te caen en gracia
Esto viene de la comparación de la que hablábamos en el primer punto. Además, se puede dar la sobrecompensación: te estás comportando de forma arrogante, intentando destacar por encima de los demás, para compensar una timidez que en el fondo tienes y que no quieres que se te note. Por eso, ves en las personas tímidas “un blanco fácil”, pues estás proyectando en ellas lo que no te gusta de ti. En lugar de menospreciarlas, trata de trabajar en reforzar tus habilidades sociales sin pisar a los demás.
4. Llevas a cabo ciertos gestos inconscientemente
No siempre se trata de tener una personalidad arrogante como si de un bloque de acero se tratara. A veces, simplemente, llevas a cabo gestos que te hacen parecer una persona arrogante sin que te des cuenta. Dichos gestos pueden ser: elevar el mentón, cruzar los brazos, mirar de arriba abajo a con quien estás interactuando, mirar el reloj, señalar con el dedo o negar con la cabeza mientras otro habla. Observa si ejecutas estos gestos a menudo y trata de inhibirlos o sustituirlos. Quizás no seas arrogante, pero estos gestos te harán parecerlo a ojos del resto.
5. Sientes que tienes una actitud hipócrita
La hipocresía es un rasgo típico de la personalidad arrogante. Además, esa hipocresía suele ir dirigida hacia los demás, de tal manera que te comportas de manera distinta en función de a quien tengas delante. La función que cumple esta conducta es la misma que mencionábamos anteriormente: quedar por encima de los demás a base de no mostrarte tal cual eres y tener que estar fingiendo todo el rato. Esto solo camuflará tus inseguridades, pero con esta actitud hipócrita esa inseguridades pueden ser descubiertas, con lo cual será mejor que trabajes en ellas, en lugar de tratar de taparlas.
6. Sientes que adoptas una actitud competitiva
Y, sin embargo, no te consideras una persona competitiva (al menos no necesariamente esto tiene que ser una característica típica que acompaña a la arrogancia). ¿La función que cumple la conducta de competir? Una vez más, el sentirte superior al resto. Seguramente, si trabajas tus inseguridades, te irás dando cuenta de que competir es una ardua tarea para ti y que puedes dejar de hacerlo. Tendrás más espacio y energía para centrarte en lo que de verdad te importa y, así, dejarás también de ser una persona arrogante.
7. Te conoces poco
El escaso autoconocimiento que una persona tiene de sí misma tiene que ver con las inseguridades y de no indagar interiormente para no ver esas inseguridades. Como venimos diciendo, a veces nos resulta más simple, taparlas que ver que las tenemos y hacerlas frente. Dicho de otro modo, si eres ajeno a tus propios defectos seguir viéndote por encima de los demás seguirá resultándote tarea fácil, sin embargo, seguirás siendo arrogante.
8. Llevas mal las críticas
Ves que las críticas te afectan más de lo que te gustaría y te enfadas o te frustras cuando recibes una. Por supuesto, a todo el mundo le afectan las críticas, incluso las de carácter constructivo. Es algo que debes tener en cuenta y que detectes si tu tolerancia a recibir feedback negativo es casi nula, es decir, el malestar que te generan las criticas es excesivo. Por ejemplo, es excesivo si has dejado de dirigirle la palabra a alguien porque te haya criticado (para bien o para mal) o si has cogido manía a alguien en tu trabajo por haberte hecho una corrección.
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Impacto de la arrogancia en las relaciones
La arrogancia puede generar una barrera invisible pero poderosa en nuestras relaciones. Cuando nos mostramos inaccesibles o minimizamos las opiniones ajenas, los demás pueden sentir que sus ideas no son valoradas, lo que lleva a una desconexión emocional. Esta actitud limita la confianza y dificulta el desarrollo de vínculos auténticos. A largo plazo, la arrogancia puede dejar a la persona aislada o rodeada de relaciones superficiales, donde falta una verdadera conexión.
En terapia, es común encontrar casos donde las personas no perciben de inmediato el impacto de su actitud arrogante. Recuerdo a una paciente que acudió porque notaba que sus amistades cada vez eran más distantes. Al compartir su experiencia, me contó que sus amigos la veían como alguien ‘difícil de tratar’ o que siempre intentaba llevar la razón en cualquier discusión. A medida que explorábamos su historia, se dio cuenta de que, sin quererlo, solía hacer comentarios despectivos o corregir constantemente a los demás. Profundizando, descubrimos que detrás de esa actitud había una necesidad de validación, un deseo de sentirse competente y valiosa ante su círculo cercano.
Además, la arrogancia suele alimentar conflictos innecesarios. Al no estar dispuestos a ceder o aceptar puntos de vista diferentes, creamos tensiones que erosionan la armonía. La falta de escucha activa y empatía puede hacer que los demás se alejen o eviten interacciones, afectando tanto las relaciones personales como profesionales. Trabajar en cultivar la humildad y aprender a valorar las aportaciones ajenas es clave para fortalecer nuestras y mantener relaciones sanas y duraderas.
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Conclusiones
El primer paso es darse cuenta de las conductas arrogantes para luego poder cambiar como tendemos a actuar y los gestos que no nos gusten para poder ser una versión mejorada de nosotros y nosotras mismas.
Desde luego, todo el mundo tiene inseguridades que superar. El problema es cuando las manifestamos de forma que nos afecta en nuestra vida diaria y, en especial, en nuestras relaciones sociales.
Si quieres trabajar tus inseguridades, sean las que sean, y emprender el camino del autoconocimiento para detectarlas y así poder cambiar y crear una mejor versión de ti, nuestra recomendación es que pidas asesoramiento psicológico. Una terapia psicológica te ayudará a ver las consecuencias negativas que esto tiene para ti y aprenderás nuevas formas de comportarte para no generar ese rechazo hacia los demás y hacia ti mismo.
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Referencias bibliográficas:
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Conkey, K. (2022). Intellectual Humility and Arrogance and Their Relationship with Self-Awareness: A Longitudinal Analysis of Congruency Through Self/Other Evaluations.
McCrae, RR. (1991). The five-factor model and its assessment in clinical settings Journal of Personality Assessment Dec;57(3):399-14.