Los 4 principales efectos psicológicos de cambiar de país

Los efectos psicológicos de emigrar a otro país

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Los efectos psicológicos de cambiar de país. En muchos aspectos, lo que ocurre a nuestro alrededor, en la sociedad que nos rodea, forma parte de los procesos psicológicos que nos hacen pensar como lo hacemos y actuar tal y como solemos comportarnos.

Es por eso que algo tan sencillo como mudarnos a otro país es capaz de afectarnos psicológicamente de maneras que nunca habríamos imaginado: nos desprendemos de aquello que nos parecía familiar y nos vemos forzados a adaptar nuestros hábitos y nuestra manera de pensar a una nueva realidad.

Uno de los ejemplos más extremos de esto lo encontramos en lo que se conoce como Síndrome de Resignación, un fenómeno ligado al trauma psicológico detectado en refugiados niños y adolescentes que llegan a otro país y entran en un estado de mutismo, apatía e inmovilidad similar a la catatonia, sin presentar enfermedades físicas reconocibles.

Sin embargo, más allá de esta psicopatología tan severa también hay problemas psicológicos mucho más frecuentes y que incluso no identificamos como tales en un principio. Y del mismo modo, podemos encontrar nuevas formas de bienestar emocional al entrar en contacto con nuevos lugares y culturas. Por ello, en este artículo hablaremos precisamente acerca de los efectos psicológicos de cambiar de país.

¿Por qué emigrar a otro país nos afecta psicológicamente?

Muchas personas acuden a terapia especializada en ansiedad sin saber que su malestar puede estar relacionado con el hecho de haber emigrado. En algunos casos, las secuelas emocionales no aparecen de inmediato, sino años después del traslado, cuando la persona cree estar completamente adaptada.

Este fenómeno se debe a que emigrar implica una ruptura con el entramado social y cultural que ha moldeado nuestra identidad. No solo dejamos atrás paisajes, costumbres y seres queridos, sino también un sistema de referencias que nos ofrecía estabilidad y sentido de pertenencia.

Nuestros hábitos diarios están profundamente arraigados en el contexto en el que crecimos. Desde los sabores familiares hasta la forma en que interactuamos con los demás, todo ello constituye un anclaje emocional que se ve alterado al cambiar de país. Esto puede generar estrés, ansiedad e incluso una sensación de vacío difícil de identificar.

Los principales efectos psicológicos de cambiar de país

Mudarse a otro país es una experiencia transformadora que, para bien o para mal, nos cambia en múltiples niveles. A continuación, analizamos algunos de los efectos psicológicos más comunes de la migración.

1. Ansiedad y estrés por la adaptación

Encontrar piso, empadronarse, buscar fuentes de ingresos, pagar impuestos en el nuevo país, aclararse con los procesos burocráticos… todo esto, prácticamente desde las primeras semanas del traslado y muchas veces sin siquiera dominar bien el idioma que predomina en la sociedad a la que nos intentamos adaptar.

Como consecuencia, aparece un contexto que favorece mantenernos en un estado de estrés y de ansiedad: miedo a cometer un fallo administrativo o a estar fuera de la ley, prisas para encontrar información sobre qué hacer, presión por aprender acerca de cómo funciona ese país, etc.

2. Pérdida de referentes y crisis de identidad

Gracias a la expansión de Internet, este efecto puede quedar más o menos amortiguado, pero lo cierto es que a muchas personas les resulta duro pasara tener muchos menos referentes acerca de cómo orientar sus proyectos y sus valores en el país que les acoge. El hecho de integrar una nueva cultura a la propia identidad implica sentirse algo más incomprendido, porque probablemente haya mucha menos gente en la que fijarse, inspirarse o imitar en ciertos aspectos (en comparación a la vida que se tenía antes de emigrar.

3. Duelo migratorio

Este proceso de duelo se caracteriza por el sentimiento de pérdida y desarraigo con respecto del país del que venimos, y también de quienes habitan en él. Además, aparece el hecho de que ni siquiera al volver para visitar por unas semanas a los amigos y familiares se experimenta lo mismo que siente quien vive ahí: se ha pasado mucho tiempo lejos de esas tierras, y eso hace que surja la sensación de que “nos hemos perdido muchas cosas”.

1. Soledad no deseada

La soledad es uno de los elementos psicológicos característicos de la emigración, y suele ser uno de los primeros en manifestarse. Esta tendencia es tan significativa que suele aparecer tanto en personas que emigran con su familia como en personas introvertidas o con poca tendencia a salir de casa (en estos últimos casos, la simple idea de no tener la opción de salir a reunirse con viejos amigos o personas culturalmente similares a uno mismo resulta asfixiante, aunque antes de emigrar no fuera algo muy habitual).

2. Ansiedad por la falta de apoyo social

En el país de origen, tendemos a sentirnos más seguros porque tenemos un mayor acceso a familiares y amigos que nos pueden ayudar en situaciones de crisis. Sin embargo, entre las personas que emigran esta sensación de estar “cubiertos” en las situaciones extremas es menos habitual, y esto puede dar lugar a problemas vinculados a la ansiedad (por ejemplo, puede surgir el miedo de tener un accidente y o bien no tener claro si será necesario pagar mucho dinero por la atención médica, o incluso de no poder entenderse con los sanitarios a causa de las limitaciones para comprender y hablar el idioma del lugar).

3. Presión por la búsqueda de aprobación

Muchas personas que emigran se sienten sometidas a la presión de “compensar” por el hecho de ser ciudadanos extranjeros en el país al que han ido a vivir, asumiendo que su presencia es una molestia para los locales. Esto hace que estos individuos adopten un perfil más proclive al conformismo y a no defender sus intereses y opiniones; y junto con esta tendencia, aparece el miedo a fracasar socialmente.

4. Aburrimiento y falta de satisfacción en el tiempo libre

El hecho de no haber crecido interiorizando las dinámicas culturales de tiempo libre de los habitantes del nuevo país hace que no pocos migrantes encuentren poco satisfactorias las costumbres de ocio de los residentes en ese país.

5. Incomodidad al ajustarse a nuevos valores y normas sociales

Aunque los valores puedan parecer algo que solo preocupan a las personas más idealistas, se ha observado que para muchos migrantes, exponerse de manera continuada a un sistema de valores muy distinto al que se asume como propio genera un desgaste importante llegado un punto. Eso sí, normalmente se llega a una fase de aceptación.

¿Te sientes emocionalmente abrumado por el proceso de emigrar?

Si este artículo te ha ayudado a comprender los efectos psicológicos de la migración y sientes que la ansiedad, la soledad o la adaptación te están afectando, recuerda que no estás solo.

En Avance Psicólogos, colaboramos con un equipo de especialistas en salud mental con más de 25 años de experiencia en apoyo emocional para migrantes. Te ayudamos a gestionar el duelo migratorio, reducir el estrés y fortalecer tu bienestar en esta nueva etapa de tu vida.

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Referencias bibliográficas:

Achotegui, J. (2006). Estrés límite y salud mental: el Síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple (Síndrome de Ulises). Revista Migraciones (Universidad de Comillas-Madrid), 19: pp. 59 – 85.

Perez, M.A.; Luquis, R.R. (2013). Cultural Competence in Health Education and Health Promotion, Second edition. Hoboken: John Wiley & Sons. Los 4 principales efectos psicológicos de cambiar de país

Valero-Garcés, C. (2014). Health, Communication and Multicultural Communities: Topics on Intercultural Communication for Healthcare Professionals. Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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