¿Cómo ayudar a un familiar con un trastorno alimenticio?. Todos necesitamos contar con personas que nos apoyen en los momentos difíciles. Habitualmente, quienes nos brindan el principal sostén emocional en las situaciones críticas son nuestros familiares.
Es por ello que cuando alguien vive algo tan duro como un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), los profesionales de salud mental siempre tratan de involucrar a la familia en el proceso de tratamiento. Contar con este apoyo hace el trabajo más fácil y favorece el pronóstico de la paciente. Además, los allegados muchas veces se sienten perdidos respecto a cómo actuar en esta tesitura tan compleja. Por ello, el asesoramiento es una forma de ayudarles y reforzar su rol como coterapeutas.
Por todo lo dicho, la terapia psicológica dirigida a tratar un TCA rara vez se limita al trabajo individual con la persona afectada. La intervención en el sistema familiar es también muy necesaria, pues quienes conviven con la paciente deben entender qué es exactamente un TCA y disponer de pautas de actuación efectivas.
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No cabe duda de que la posición de los familiares en estos casos no es fácil, ya que se trata de problemas de salud mental graves y complejos. No obstante, el seguimiento de las pautas de los profesionales especializados hace que superar el problema sea más sencillo.
En este artículo encontrarás consejos que pueden ayudar a los familiares de una persona que sufre un trastorno alimenticio.
Índice
El TCA y su impacto en la familia
Cuando un familiar sufre un TCA, los cimientos de la familia al completo y la vida en el hogar se ven profundamente trastocados. Principalmente, son los padres y hermanos los que más peso cargan sobre sus hombros. Al ser quienes frecuentemente conviven con el paciente, es natural que se vean salpicados a nivel emocional con toda esta situación.
Generalmente, los progenitores pueden sentir culpa por la enfermedad de ese hijo. Sienten que el TCA es consecuencia de su mal hacer como padres y esto puede llevarles a adoptar una postura inadecuada ante la problemática. Por ejemplo, pueden caer en una tendencia a la sobreprotección que acaba por perjudicar el progreso terapéutico.
Por su parte, los hermanos pueden sentirse desplazados y menos importantes. Dado que la persona con TCA está sufriendo, todas las energías de la familia se vuelvan en ella, impidiendo que los demás hijos puedan disfrutar de un espacio propio de protagonismo. Ante esta situación, la relación fraternal puede verse perjudicada, fomentando la aparición de celos y envidia, así como la idea de que la única manera de ser visto en casa es estar enfermo. Esto puede incluso favorecer el desarrollo de un TCA también en los hermanos, que en cierta forma imitan comportamientos que observan que son útiles para recibir cuidados y atención.
Estas consecuencias pueden llevar al paciente a sentirse desconectado de su familia. Los vínculos que antes se tenían se diluyen y todo comienza a girar en torno a la enfermedad. La comida se convierte en el centro de la vida familiar y esto da pie a un clima de permanente tensión y conflicto. Todo ello configura una espiral por la que el problema cada vez es más severo.
La terapia familiar es un enfoque terapéutico respaldado por investigaciones que ofrece apoyo tanto a la persona que tiene un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) como a su familia. Mediante la ayuda de profesionales capacitados, los padres y hermanos reciben orientación sobre cómo manejar la situación de manera adecuada. Además, esto les brinda un apoyo emocional para ellos mismos. Es un tratamiento integral que considera el impacto del TCA en toda la unidad familiar y busca fortalecer los lazos y la comprensión mutua.
Por todo lo que venimos comentando, vivir con un familiar que sufre un TCA y colaborar en su tratamiento no es en absoluto sencillo. Cabe destacar el papel que ejerce en este escenario la baja conciencia de enfermedad del paciente, que habitualmente no acepta que haya algo negativo en su relación con la comida. En el mejor de los casos, puede existir cierta ambivalencia que hace a la persona con un TCA sentirse dubitativa acerca de si recibir ayuda o no.
Es fundamental que la familia de alguien que padece un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) comprenda que el trastorno desempeña un papel significativo en la vida de la persona afectada, ya que le proporciona una sensación falsa de control y seguridad. A través del control de la comida, la persona siente que puede afirmar su identidad y construir su sentido de sí misma en relación con el trastorno alimentario. Por lo tanto, dejar atrás el trastorno implica enfrentar un proceso de duelo que puede resultar difícil de manejar. Es un camino desafiante que requiere comprensión y apoyo por parte de la familia para ayudar a la persona en su proceso de recuperación y superación del trastorno alimentario.
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¿Cómo ayudar a un familiar con un trastorno alimenticio?
Es importante tener en cuenta que cada caso de TCA es único y diferente. Es decir, no hay recetas mágicas o fórmulas universales aptas para todos los pacientes y familias. Por ello, las orientaciones se deben individualizar de la mano de un profesional.
Además, es necesario recordar que aunque la familia tiene un rol importante en el tratamiento, no es la responsable última de que la persona se recupere. Los familiares son una pieza más del puzzle y, como tales, pueden acompañar y ayudar, pero no deben cargarse todo el peso del tratamiento a las espaldas.
A continuación, veremos algunas claves esenciales para ayudar a un familiar que sufre un TCA.
1. Mantener la calma
Aunque suena fácil, realmente resulta complejo mantener la calma cuando un familiar sufre un TCA. La vida en casa se ve alterada por la presencia de este trastorno y esto aumenta la tensión y el conflicto de todos los miembros.
Habitualmente, la hora de las comidas es un escenario peligroso, ya que es en ellas donde brotan todas las emociones reprimidas. La negativa de la persona con un TCA a comer puede ser percibida por los padres como una actitud desafiante y rebelde, los que les puede llevar a reaccionar con gritos, amenazas…Aunque es una respuesta emocional comprensible acorde a la gravedad de la situación, lo cierto es que la agresividad sólo favorece el empeoramiento del paciente.
Los padres deben representar una figura de apoyo que, aunque establezca normas y límites, también es capaz de sentir empatía y compasión.
2. Límites claros y firmes
La desesperación puede conducir a muchos padres a resignarse y ceder a la voluntad de la paciente, de manera que toda la vida en común es dirigida por la voz del TCA. Esto hace que no existan normas y límites claros que den algo de orden y estructura al día a día.
El hecho de que los progenitores sean compasivos con la paciente nunca debe ser sinónimo de romper con normas básicas propias del hogar. Mediante estrategias asertivas, es posible marcar líneas inquebrantables, mantener firmeza en la dificultad y no ceder a los chantajes. La coherencia, la cooperación y la paciencia son principios que deben marcar las acciones de los padres.
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3. Paciencia
Un tratamiento para TCA nunca es breve. Se trata de psicopatologías graves en las que hay muchos frentes abiertos que resolver. Por ello, los progenitores deben ajustar sus expectativas sobre la terapia y ser conscientes de que tendrán que correr una carrera de fondo. En ese viaje que les queda por delante han de saber que habrá subidas y bajadas, alegrías y decepciones. Comprender esto es clave para que los familiares cultiven su paciencia y adopten una visión a medio y largo plazo del tratamiento.
4. Mensaje unificado y coherente
Los progenitores deben actuar como un equipo. Es decir, deben dirigirse siempre a un objetivo común, en una misma dirección. La comunicación entre ellos es necesaria para transmitir a la paciente con TCA pautas uniformes, coherentes y sensatas. Si hay contradicciones o mensajes que no casan entre sí, la vida en casa será mucho más caótica y los resultados no serán los que se esperan.
5. Coordinación con los profesionales
El apoyo por parte de los profesionales es requisito esencial para poder superar con éxito un TCA. Como comentamos unas líneas más arriba, la terapia es necesaria no sólo para el propio paciente, sino también para sus familiares. La convivencia puede ser muy difícil cuando alguien en casa está sufriendo problemas en su relación con la comida. Por ello, padres y hermanos deberán tener asesoramiento. Además de la labor por parte del propio profesional, ellos deberán mostrar un compromiso firme y coordinarse con él, de manera que sean coterapeutas eficaces.
6. No entrar en el juego del TCA
Entre los muchos problemas asociados a los TCA se encuentran los pensamientos obsesivos y recurrentes. Aunque se trata de ideas irracionales, el paciente las asume como verdades absolutas, viviendo como una especie de esclavo de aquello que su trastorno le dice. Esa voz interna le habla de manera cruel, con palabras más que hirientes (“estás gorda”, “no deberías comer eso”). A veces, la persona puede buscar confirmar sus temores con las personas cercanas, preguntándoles si ha engordado. Es clave que la familia sepa mantenerse neutral ante este discurso, ya que entrar a rebatir este tipo de pensamientos sólo sirve para hacer la voz del TCA más intensa.
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Referencias bibliográficas:
Berbel, E., Sepúlveda, A.R., Graell, M., Andrés, P., Carrobles, J.A. y Morandé, G. (2010). “Valoración del estado de salud y psicopatología de los familiares en el trastorno del comportamiento alimentario: Diferencias entre cuidadores primarios y secundarios”. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica. 15 (3), 179-192.
Treasure, J.,Smith, G. y Crane, A. (2011). “Los Trastornos de la Alimentación: Guía práctica para cuidar de un ser querido”. Desclée De Brouwer, Bilbao. ¿Cómo ayudar a un familiar con un trastorno alimenticio?