¿Quién no se ha dicho a sí mismo alguna vez “es que tengo complejo de inferioridad” o se lo hemos oído decir a otra persona opinando de otra? Todas las personas sufrimos de esto que llamamos de complejo de inferioridad. ¿Nunca has hecho comparaciones sobre ti en las que quedabas por debajo de los demás?
Tendemos a compararnos con las demás, ya sea en lo laboral, en lo personal o en lo afectivo. Sin embargo, cuando alguien se está comparando de forma constante en todas las áreas de su vida y, adivina qué, en esas comparaciones siempre queda por debajo, decimos que sufre de complejo de inferioridad.
En este artículo te explicaremos de qué hablamos cuando hablamos de complejo de inferioridad, en qué consiste, qué síntomas se manifiestan, cuáles son sus causas y cuál su tratamiento.
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Índice
¿Qué es el complejo de inferioridad?
En el lenguaje más popular usamos estos conceptos para referirnos a ciertas conductas que tienen algunas personas. Por ejemplo, podemos decir que alguien tiene complejo de superioridad cuando muestra conductas prepotentes o una falsa para tapar que se siente inferior. En definitiva, que está fingiendo seguridad cuando no la siente de forma muy llamativa. En el complejo de inferioridad sucedería lo contrario.
Lo cierto es que los psicólogos y las psicólogas rara vez hablamos de complejo de inferioridad. Como otras muchas etiquetas que se han ido formando sobre la marcha para designar un conjunto de síntomas que no son un trastorno como tal, usamos el término complejo de inferioridad, cuando a una persona le vienen pensamientos intrusivos sobre su concepto, su forma de ser, sus cualidades, su físico, etc., en forma de comparaciones y esas comparaciones tienden a ser negativas.
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Síntomas del complejo de inferioridad
Como decíamos, todas las personas nos hemos comparado alguna vez o lo hacemos más de lo que nos gustaría. El problema viene cuando esas comparaciones, que en realidad son pensamientos, son obsesivas y nos limitan en nuestra forma de comportarnos. A continuación, te nombramos algunos síntomas que acarrea el complejo de inferioridad y que se pueden trabajar en terapia:
1. Dificultad para tomar decisiones
Las personas con complejo de inferioridad tienen poca autonomía y, por lo general, necesitan de la aprobación de los demás para tomar una decisión, por pequeña que sea. Como temen que los demás también les comparen, les cuesta tomar la iniciativa.
2. Incapacidad para establecer límites
Como la opinión de los demás les influye enormemente, por miedo a ser criticado o criticada (aunque la crítica nunca la lleguen a escuchar), tienden a responder o hacer lo que cree que el resto espera de él o ella. Esto tiene como consecuencia que les cueste muchísimo poner límites y, en casos extremos, que no atiendan o no sepan reconocer sus propias necesidades.
3. Baja asertividad
Esto tiene que ver con la dificultad a la hora de poner límites. Prefieren complacer antes de expresar su opinión o cómo una determinada situación les hace sentir.
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4. Descuido del autocuidado
Su preocupación por estar a la altura o caer bien es tal, que tienen muchas dificultades para reconocer lo que necesitan. Por ejemplo, si necesitan un descanso o si tienen hambre. Para que las comparaciones que les dice su mente (ej.: “no vas a dar la talla”) no se confirmen están dispuestos o dispuestas a hacer lo que sea.
5. Creencias distorsionadas
En algunos casos de ansiedad social, tienden a pensar que todo el mundo les mira y que todo el mundo va a evaluar y criticar cómo es o cómo se comporta. Esto, evidentemente, limita mucho su manera de actuar.
Todos estos síntomas, si se manifiestan de forma muy grave y duradera, pueden desembocar en un cuadro de ansiedad social, donde la persona va a estar limitada por sus creencias, no va a ejercer el autocuidado, no va a poner límites y, todo ello, en su conjunto le puede llevar a padecer una ansiedad más constante.
Causas del complejo de inferioridad
El complejo de inferioridad tiene raíces profundas que suelen estar vinculadas a la historia de vida de cada persona. Estas son algunas de las causas más comunes:
1. Estilo de crianza
El modo en que fuimos criados influye directamente en cómo nos percibimos. Si crecimos en un entorno donde no se valoraban nuestros logros o se nos comparaba constantemente, es probable que internalicemos esa dinámica.
2. Experiencias de bullying
El acoso escolar deja cicatrices emocionales que pueden perpetuarse en la adultez, afectando la autoestima y el autoconcepto de quien lo sufre.
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3. Relaciones tóxicas
Vínculos con parejas o amigos que menosprecian o invalidan nuestras emociones pueden reforzar la sensación de no ser suficientes.
4. Traumas emocionales
Rupturas traumáticas, críticas constantes o situaciones de rechazo en la infancia y adolescencia pueden contribuir al desarrollo de este complejo.
Cada persona es un mundo, y la forma en que percibimos nuestra valía personal está estrechamente ligada a nuestras experiencias y creencias.
Tratamiento del complejo de inferioridad
Lo más importante del complejo de inferioridad en el tratamiento psicológico es trabajar para cambiar el diálogo interno que uno tiene consigo mismo, así como el autocuidado, la asertividad, el autoconocimiento y la autorrealización. No obstante, para superar el complejo de inferioridad, vamos a darte una serie de consejos que si los llevas a cabo pueden ayudarte:
1. Conócete
Lo primero de todo has de conocerte a ti para saber cómo funcionas y aprender a reconocer tus propias necesidades y de ahí tus propios límites.
2. Concreta cuáles son tus puntos débiles
No se te puede dar mal todo. Tampoco haces todo a la perfección. Así que, párate un momento y haz un listado de aquellas cosas que podrías mejorar de ti mismo o de ti misma. Debes concretar en qué te sientes inferior exactamente. El complejo de inferioridad te asola porque has generalizado la inferioridad a todos los campos de tu vida.
3. Focaliza cómo quieres ser tú
Las comparaciones no te dejan ver más allá. Tienes la atención puesta en lo que los demás esperan de ti y, encima, lo más probable es que ni aciertes. Así que, como no le puedes caer bien a todo el mundo, reflexiona sobre qué tipo de persona quieres ser tú y trabaja en ello. ¿Quieres ser más extrovertida? ¿quieres aprender algo nuevo y diferente?
4. Relaciónate con las comparaciones de otra forma
Las comparaciones son pensamientos que vienen a tu mente y que no puedes controlar, y más si llevas mucho tiempo haciéndolo. Ten en cuenta que esos pensamientos no son literales, es decir: si piensas que Fulanita es mejor que tú en matemáticas eso no lo hace real. Es solo un pensamiento, y si realmente es así y tú quieres mejorar en mates, vuelve al punto dos.
5. Aparca la complacencia
Está bien agradar a otros y ser amable, pero esto no puede ser por encima de tus propias necesidades y límites.
6. Practica la asertividad
Para aprender a poner esos límites que ya conoces, ahora toca ponerlos con asertividad, de forma que tú tampoco pases por los límites del otro.
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Conclusiones…
Todos y todas nos hemos comparado de manera negativa con lo demás alguna vez. Las comparaciones son odiosas, pero también son inevitables. Si lo hacemos es porque creemos que nos va a ser útil en algún momento, es un mecanismo que utilizamos los seres humanos para adaptarnos al entorno que nos rodea. Sin embargo, resulta muy dañino cuando lo llevamos a la obsesión. El problema es que nos comparamos de una manera muy poco sana para con nuestro propio autoconcepto.
De esto va también el autocuidado: de hablarnos bien, que nuestro diálogo interno sea constructivo y no destructivo. La autocompasión es algo que también vendría muy bien poner en práctica llegados a este punto. Piensa en alguien a quien quieras mucho, ¿te gustaría que ese alguien se hablara de la manera en que te hablas tú?
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Referencias bibliográficas:
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Hayes, S. C. (2015). Terapia de aceptación y compromiso. Desclée De Brouwer.
Mayer-Spiess, O. C. (2010). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Desclée de Brouwer.
Araya, C., & Moncada, L. (2016). Auto-compasión: origen, concepto y evidencias preliminares. Revista Argentina de Clínica Psicológica, 25(1), 67-78.