El término “dislexia” se usa en ocasiones en la vida cotidiana, a modo de expresión coloquial para referirse a equivocaciones o despistes: confundir izquierda y derecha, mezclar una palabra con otra… sin embargo, la dislexia es una dificultad relacionada específicamente con la lectura. Se considera que podría afectar a un porcentaje de la población que varía entre el cinco y el 20%; esto se debe a que los criterios para su diagnóstico han variado mucho a lo largo de los años, tratándose de una etiqueta controvertida que aún se cuestiona.
La dislexia se asocia en muchos casos con algunas dificultades de adaptación académicas y laborales. Al fin y al cabo, poder leer de manera fluida es una capacidad que en ocasiones damos por hecho porque forma parte de nuestro día a día; cuando supone una dificultad, pueden surgir importantes obstáculos para realizar diversas actividades. Además de esto, la dislexia correlaciona con otros problemas como la baja autoestima, mayores niveles de ansiedad y trastornos de la conducta. Resulta difícil saber si estos son causa o consecuencia de la dislexia, pero es igualmente importante tenerlos en cuenta a la hora de intervenir, ya que la psicoterapia para trastornos de ansiedad puede ser una parte crucial del tratamiento.
Índice
Qué es la dislexia
Para entender un poco mejor lo que es la dislexia hemos primero de tener en cuenta que no es lo mismo tener dificultades en la descodificación que sufrir problemas de comprensión lectora; la dislexia entra en el primero, puesto que es un problema de descodificar el texto y no de entender lo que dice. Las personas con dislexia experimentan dificultades a la hora de leer con precisión y fluidez, especialmente en voz alta, y cuando tienen que deletrear palabras. Es por esto que la dislexia suele detectarse en estudiantes de Primaria, aunque también hay personas adultas que la experimentan.
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El Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría (actualmente DSM-V, el manual más utilizado en Psicología junto con el CIE de la Organización Mundial de la Salud) no tiene un apartado con el título de Dislexia. En lugar de esto, en él figura el término Trastorno Específico del Aprendizaje con con dificultad en lectura. La definición de este manual lo describe como un patrón de dificultades para la lectura que se caracteriza por la presencia de impedimentos en la fluidez a la hora de leer textos escritos, así como de problemas en la descodificación y el deletreo; se considera el posible diagnóstico cuando estas dificultades persisten durante más de seis meses, a pesar de las posibles medidas que se hayan tomado por subsanarlas. Algunos indicadores adicionales que se tienen en cuenta son el bajo rendimiento académico (en comparación con lo esperado para su edad) o la necesidad de apoyos extraordinarios para alcanzar un rendimiento ajustado.
Posibles causas de la dislexia
La hipótesis que predomina a día de hoy en el estudio y el tratamiento de la dislexia es que se debe a posibles déficits en habilidades orales subyacentes; esto es, que podría tener su origen en problemas tempranos en el desarrollo del lenguaje oral. No obstante esto resulta complejo, puesto que la que se considera la causa en primera instancia (el ya mencionado déficit fonológico) no es la única deficiencia que se observa en los casos de personas con dislexia.
Uno de los principales factores de riesgo es que uno de los progenitores de la persona tenga dislexia; esto ha llevado a considerar que podría existir un componente genético (o al menos un factor de vulnerabilidad, es decir, un predisponente) en el desarrollo de la dislexia. No obstante, también se ha observado que el entorno podría jugar un papel muy relevante: tanto los hábitos de lectura que existan en el ámbito familiar como la calidad de los métodos de enseñanza en el entorno escolar pueden tener una gran influencia en que una persona con vulnerabilidad termine por desarrollar o no un problema de dislexia.
Principales síntomas de la dislexia
La dislexia consiste, a grandes rasgos, en una dificultad que persiste a lo largo del proceso de desarrollo de las aptitudes fonológicas (o sea, de la habilidad para ejecutar adecuadamente el discurso hablado). Se considera que es esto lo que obstaculiza de manera importante que la persona pueda aprender a descodificar el texto escrito como lo haría otra persona que no tuviera las mismas dificultades. Al contrario que en otras problemáticas, las personas con dislexia no tienen dificultad para entender el significado de las palabras y los textos, sino para leerlos en voz alta. Por eso uno de los signos más reconocibles de la dislexia es la lectura poco fluida.
El hecho de que les resulte difícil descodificar los caracteres impresos y escritos hace que a las personas con dislexia les cueste más trabajo de lo habitual reconocer algunas palabras cuando intentan leerlas. También es frecuente que se les haga costoso pronunciar palabras nuevas que no conocen. Con todo esto, las personas que tienen dislexia tienden a leer despacio y con pausas entre palabras. Además de todo esto, quienes la experimentan pueden también tener trabas para deletrear palabras. Así, los factores que se consideran como predictores principales de la dislexia son los mismos que se tienen en cuenta para evaluar la correcta lectura: conocer las letras del alfabeto, saber usar los fonemas (las unidades de sonido con que componemos las palabras habladas) y poder nombrar rápidamente los objetos al verlos.
Criterios diagnósticos
Al igual que ocurre con otros diagnósticos como el Trastorno de Déficit de Atención (TDA o TDAH, en el caso de la hiperactividad), el diagnóstico de la dislexia resulta algo controvertido. Esto se debe a que los criterios diagnósticos establecidos han recibido críticas por considerarse excesivamente amplios o ambiguos, e incluso “arbitrarios”. El criterio que hace referencia más concretamente a la dislexia en el epígrafe del DSM sobre el Trastorno Específico del Aprendizaje es el primero: “Lectura de palabras imprecisa o lenta y con esfuerzo”, añadiendo que esto debe estar “sustancialmente y en grado cuantificable por debajo de lo esperado para la edad cronológica del individuo”, así como interferir “significativamente con el rendimiento académico o laboral”.
La dislexia se diagnostica con mayor frecuencia en niños que en niñas. Además, es habitual que se dé junto con otras condiciones como el Trastorno Específico del Lenguaje, (enlentecimiento o retraso en el desarrollo del lenguaje) la Dispraxia (dificultad relativa a la psicomotricidad) o el ya mencionado Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Tratamiento de la dislexia
A pesar de estar reconocida en los manuales de Psicología y Psiquiatría, la dislexia es una dificultad cuya intervención se hace principalmente desde el ámbito educativo. Por lo general se recomienda que la intervención sea llevada a cabo por profesionales de Magisterio, Pedagogía y Logopedia. En ocasiones las sesiones se realizan fuera del ámbito escolar, pero es aconsejable que dentro del propio centro educativo se realicen ejercicios y adaptaciones para la reeducación de las dificultades para utilizar fonemas, sílabas, palabras y frases. Por lo general, cuando el trabajo se realiza de manera multidisciplinar y con una buena coordinación entre profesionales, las intervenciones son más completas.
Es decir, las intervenciones para solucionar los problemas de dislexia buscan facilitar la descodificación. Esto se consigue entrenando la consciencia sobre los fonemas, fomentando que la persona se familiarice con las letras escritas e impresas en distintas variantes, así como proporcionando instrucciones sistemáticas para la correcta fonación en el contexto de lectura de textos y libros. Para esto, especialmente cuando hablamos del trabajo con dislexia en edades tempranas, resulta fundamental no sólo el papel de los profesionales sino también la colaboración de la familia. Como ya mencionábamos antes, los hábitos de lectura que existen en el hogar pueden tener una influencia importante. Además, si la familia sigue las indicaciones tanto del centro escolar como de profesionales adicionales que estén trabajando en el caso la intervención gozará de una mayor coherencia.
Terapia
Dado que la dislexia suele detectarse en edad escolar, particularmente en los cursos de Educación Primaria en los que se enseña y afianza la lectoescritura, la mayoría de las intervenciones se realizan en edades tempranas. No obstante, hay personas que continúan arrastrando dificultades de lectura como la dislexia hasta la edad adulta.
Las intervenciones educativas y logopédicas pueden complementarse con intervención psicológica, en especial cuando la dislexia viene acompañada de altos niveles de ansiedad, una baja autoestima o problemas del comportamiento.
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Zuppardo, L. y cols. (2020). Las repercusiones de la dislexia en la autoestima, en el comportamiento socioemocional y en la ansiedad en escolares. Psicología Educativa, 26(2), 175-183.