Las principales características de los hijos sobreprotegidos. La manera en la que como adultos criamos y educamos a nuestros hijos tiene una importante influencia en su desarrollo psicológico. Por eso, es importante encontrar un equilibrio entre el hecho de proteger su bienestar físico y mental, y darles libertad para explorar, para jugar, e incluso para equivocarse y aprender de sus errores.
En este sentido, no hay que caer en el error de creer que cuanto más pendientes estemos de ellos, mejor: la sobreprotección tiene consecuencias nefastas a medio y largo plazo. Pero evidentemente, no podremos evitar esta manera de criar a un niño pequeño si no sabemos detectar sus señales de alerta. Por eso, aquí encontrarás un resumen de cómo son y cuáles son las características de los hijos sobreprotegidos, lo cual te ayudará a recurrir a los servicios de terapia infanto-juvenil cuanto antes (y si es necesario, terapia familiar).
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Índice
¿En qué consiste la sobreprotección?
Primero de todo, veamos en qué consiste la sobreprotección. Se trata de un estilo de crianza del que se habla mucho en nuestro mundo contemporáneo y que se basa en un exceso de control por parte de los padres, que intentan así minimizar los posibles peligros o retos que sus hijos tengan que abordar. Así, los progenitores son los “protectores” del niño, e intervienen de esta forma en sus decisiones, relaciones y actividades cotidianas.
La sobreprotección se manifiesta de varias maneras, pero lo más usual es que los padres se preocupen de forma constante por sus hijos e intenten evitarles situaciones que consideran peligrosas. A veces, es algo tan aparentemente simple como la restricción de los juegos al aire libre, la limitación de sus relaciones con otros niños o decidir por sus hijos sin brindarles ninguna oportunidad de expresarse.
La crianza basada en la sobreprotección a menudo tiene su origen en la preocupación intensa y profunda que los padres sienten por sus hijos. Es decir, el deseo de protegerlos es real y auténtico, especialmente si los progenitores enfrentaron ciertas dificultades en su infancia por las que no desean que su hijo pase. No obstante, y como ya hemos mencionado, esta preocupación que, a priori, nace del amor y de una buena voluntad, puede influir negativamente en el desarrollo de los hijos, especialmente a medida que se hacen adultos.
¿Por qué la sobreprotección limita el desarrollo psicológico de los niños?
El estudio de Pedro García Sanmartín (2019) resalta que la sobreprotección en la infancia no solo limita el desarrollo emocional y social de los niños, sino que también incrementa el riesgo de dificultades académicas y problemas psicológicos. Esta crianza excesiva, lejos de proteger, priva a los niños de las herramientas necesarias para enfrentar desafíos, promoviendo inseguridades y baja tolerancia a la frustración.
A continuación, se detallan los principales motivos por los que este estilo de crianza debe evitarse:
- Facilita que los menores no asuman responsabilidades ajenas a “sus roles”
- Pueden llegar a tener dificultades a nivel académico debido a la poca capacidad para afrontar los retos.
- Genera una baja tolerancia a la incertidumbre.
- Predispone a desarrollar nerviosismo, exceso de timidez e inseguridades.
- El hecho de que “se quedan atrás” en comparación con sus compañeros les produce frustración.
Signos de los niños sobreprotegidos
Existen ciertas características que es bastante frecuente que presenten los hijos sobreprotegidos. Conocerlas y saber identificarlas es conveniente, ya que podrían servirte a modo de señales de que estás aplicando estrategias de educación y crianza poco adecuadas; como hemos visto, estar sobreprotegiendo a tu hijo puede tener un impacto negativo tanto en vuestra relación presente como en su desarrollo futuro como adolescente y adulto.
Al detectarlas en su manera de comportarse, lo recomendable es buscar ayuda psicológica profesional. En terapia se aplicarán estrategias de refuerzo de la autoestima del menor, se le enseñará a desarrollar su asertividad y gestión el miedo o la ansiedad que le puede generar el hecho de afrontar por sí solo situaciones nuevas, y se darán pautas para padres y madres acerca de cómo dar apoyo a su evolución física y psicológica de una manera en la que el niño disponga de más libertad y pueda aprender por su cuenta a lidiar con el mundo que le rodea a la vez que cuenta con un nivel de protección adecuado a su edad.
Así pues, a continuación veremos las características que presentan aquellos niños que están siendo sobreprotegidos.
1. Se centran en satisfacer las expectativas de sus padres o madres
Los pequeños que han sido sobreprotegidos durante mucho tiempo interiorizan que su “misión” consiste en recibir la protección total de sus padres, madres o cuidadores a la vez que se centran en cumplir con una serie de roles muy concretos; normalmente, ser buenos estudiantes en la escuela. Por eso, le dan mucha importancia a esa clase de metas a corto y largo plazo.
Pero si bien los padres creen estar poniéndoles las cosas muy fáciles, a la vez los niños sobreprotegidos podrían llegar a sentir demasiada presión a nivel académico porque asumen que solo son capaces de demostrar su valía en ese aspecto de la vida, de modo que si no lo disfrutan o se encuentran con muchas dificultades en el camino, eso les supone un duro golpe emocional y los desgasta psicológicamente.
2. Sus habilidades sociales son limitadas
Como los niños sobreprotegidos suelen ver su vida social limitada por las normas y decisiones de sus padres, es habitual que no desarrollen bien sus habilidades sociales.
Les suele costar más relacionarse con otras personas de manera sostenida y dar lugar a relaciones estables, y acostumbran a tener más dificultades para hacer amigos. Esto puede propiciar que terminen desarrollando un grado de timidez excesivo.
3. Tienden a la pasividad ante lo inesperado
Otra de las características de los menores sobreprotegidos es que están acostumbrados a que sus padres lo hagan todo por ellos. No suelen tomar la iniciativa y ante las dificultades no suelen encontrar el modo de avanzar, y buscan constantemente la ayuda de otras personas ante retos que deberían asumir ellos solos.
Por eso, adoptan una actitud relativamente pasiva ante las cosas importantes que les suceden, ya que dan por sentado que no les corresponde tomar ninguna decisión ante ello o ni siquiera formarse una opinión sobre lo sucedido, más allá de un vago “esto es bueno” o “esto es malo”. Además, suelen buscar protección constante de otras personas (padres, amigos, profesores, abuelos, tíos, etc.).
4. Tienen una baja tolerancia a la frustración
Los niños sobreprotegidos han sido educados desde la idea de que si se hacen las cosas bien, nada malo e inesperado puede surgir a su paso, dado que cuentan con la mirada atenta de los adultos que velan por su bienestar. Sin embargo, esta lógica no encaja con la realidad, y por eso se frustran con mucha facilidad ante cualquier problema. No suelen haber desarrollado sus propias estrategias para afrontar los retos y las dificultades.
5. Se rinden con facilidad
Por lo que hemos visto hasta ahora, estos niños y niñas llegan muy rápidamente a un punto en el que asumen que es necesaria la intervención de un adulto para solucionar un problema. Temen salir de su zona de confort, afrontar nuevos retos… Y cuando son adultos es menos probable que asuman retos (p. ej., cambiar de ciudad, estudiar fuera de casa, etc.). Incluso una vez son adultos se muestran muy dependientes de sus padres.
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Efectos de la sobreprotección a largo plazo
Las características mencionadas no solo afectan la infancia, sino que también tienen consecuencias directas en la vida adulta. La sobreprotección puede marcar el desarrollo personal y social de los niños, generando dificultades en distintas áreas.
1. Efectos sobre la autonomía
El desarrollo de la independencia y la autonomía puede verse muy afectado por una crianza sobreprotectora. Si los progenitores asumen la responsabilidad a la hora de decidir, es posible que los hijos pierdan oportunidades muy valiosas que les podrían servir para aprender a superar obstáculos por ellos mismos.
Desarrollo limitado
Relacionado con lo anterior, el desarrollo de las capacidades del pequeño para solucionar problemas se ve extraordinariamente limitado. Si los niños no abordan aquellas situaciones que requieren la toma de decisiones y abordar obstáculos, se ven consecuentemente privados de las oportunidades correspondientes a su edad que les permiten aprender cómo analizar las diversas situaciones que se van encontrando y escoger la opción que ellos consideren. Y es que estas habilidades son esenciales en la vida adulta, mucho más compleja que la infancia.
Dependencia
La sobreprotección en la crianza puede generar dependencia en los niños respecto a sus padres, puesto que, si están habituados a que son sus progenitores los que intervienen siempre que las cosas se complican, es posible que empiecen a dudar de sus propias capacidades. La creencia de que son incapaces de afrontar la vida ellos solos puede llegar a ser muy limitante, especialmente una vez adultos.
Problemas al tomar decisiones
Relacionado también con lo anterior, cuando el niño sobreprotegido se convierte en adulto, puede encontrar verdaderos problemas a la hora de tomar decisiones en su nueva vida, así como a la hora de establecer objetivos y metas y ser constante en ello. Esta inseguridad, derivada de la sobreprotección durante la crianza, puede tener efectos a largo plazo y extenderse durante toda su vida adulta si no se pone remedio.
2. Impacto negativo en la autoconfianza y la autoestima
La autoconfianza y la autoestima son claves para que un niño se desarrolle de forma correcta y saludable. Cuando se establece como modelo de crianza la sobreprotección, esto impacta negativamente en ambas, cosa que puede afectar al adulto del futuro.
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Sentirse incapaz
La sobreprotección provoca que el niño empiece a percibir que él mismo no es capaz de decidir y resolver los conflictos que va encontrando por el camino. La intención de los padres es, por supuesto, la de proteger a su hijo del fracaso, pero es que precisamente cuando fracasamos aprendemos otras maneras de abordar un problema. Si no permitimos que nuestro hijo decida y se equivoque, esta habilidad quedará mermada en él.
El niño sobreprotegido tiende, pues, a tener una imagen de sí mismo muy debilitada, y suele creer que no vale a la hora de tomar decisiones y abordar problemas. Esto afecta de manera muy negativa a su autoestima y puede traerle complicaciones una vez adulto.
Ausencia de logros personales
Al sobreproteger a nuestros hijos y, por tanto, evitarles las decisiones, impedimos que sientan sus logros personales. Los logros personales implican un sentimiento de satisfacción que aumenta la autoestima y la autoconfianza; si privamos a nuestros hijos de ello, estaremos dándoles menos oportunidades para explorar sus capacidades y sentirse realizados.
Autoconfianza
La autoconfianza es muy importante para el desarrollo del pequeño. Se nutre a través del enfrentamiento de las situaciones complicadas, puesto que, al aprender a superar los conflictos, el niño fortalece la creencia de que es capaz de abordar los desafíos que le depara el futuro. Una vez más, la sobreprotección en la crianza puede mermar esta sensación de autoconfianza.
3. Relaciones emocionales y sociales
Relacionarse con otros niños es fundamental en el desarrollo del pequeño. No obstante, si se basa su crianza en una limitación con el contacto social, esto puede traer consecuencias negativas en el desarrollo emocional del niño.
Dificultad a la hora de relacionarse
Por todo lo explicado en el punto anterior, los niños que viven una sobreprotección pueden tener dificultades a la hora de relacionarse con otros niños. Si no tienen oportunidad de entablar relación con los demás de forma natural (y ello implica abordar malentendidos), estos niños llegan a adultos sin las capacidades necesarias para resolver conflictos interpersonales.
Gestión de las emociones
La crianza basada en la sobreprotección también influye en la manera en que los menores gestionan sus emociones. Si los padres no les permiten experimentar todas y cada una de ellas, les será imposible aprender a abordarlas y gestionarlas adecuadamente. Estos niños sobreprotegidos pueden tener problemas a la hora de expresar lo que sienten, incluso de reconocer sus emociones, lo que conlleva la incapacidad de abordar el estrés y la frustración.
Resolver conflictos
La interacción con otros niños y la posibilidad de solucionar los conflictos que puedan darse en estas relaciones brindan a los menores oportunidades magníficas para aprender que existen diversos puntos de vista. Asimismo, ayudan a desarrollar la empatía y a funcionar en equipo.
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¿Qué importancia tienen las habilidades de afrontamiento?
A lo largo de este artículo hemos visto cuán importante es que los niños desarrollen habilidades de afrontamiento en la infancia, para que, de esta forma, consigan un bienestar emocional en su vida adulta. También hemos comentado cómo la crianza sobreprotectora puede interferir en este desarrollo; si los progenitores intervienen de forma constante para que sus hijos no tengan que abordar los desafíos que se les presentan, estos hijos no tendrán la oportunidad de aprender el manejo de este tipo de situaciones. Y es que las habilidades de afrontamiento se aprenden a través de la experiencia.
Por otro lado, una sobreprotección en la infancia puede enseñar a los menores que sólo existe una manera de abordar el estrés que suponen las situaciones conflictivas: evitándolas. Esta actitud evitativa es altamente disfuncional, puesto que impide que los niños afronten las situaciones de manera saludable, es decir, con las herramientas que han ido aprendiendo a lo largo de la experiencia.
Afrontar dificultades es parte de la vida, especialmente en la adultez, por lo que los niños evitativos se verán incapaces de lidiar con los problemas que se le presenten. La evitación impide también que los menores desarrollen la resiliencia, tan necesaria en la vida adulta; es decir, la capacidad de superar los problemas y aprender de ellos.
Por último, destacamos que la idea no es exponer constantemente a los niños a situaciones potencialmente abrumadoras, sino más bien darles oportunidades para que enfrenten ellos mismos los desafíos y permitir que desarrollen sus propias habilidades de afrontamiento. En este camino, el papel de los padres es clave: la comunicación sincera y abierta, la enseñanza de estrategias de resolución de conflictos y la construcción de un entorno donde el niño se sienta seguro para compartir lo que siente son algunos de los elementos clave.
¿Cómo abordar la sobreprotección?
Si identificas alguna de estas señales en tu hijo, es importante considerar buscar ayuda profesional. Un psicólogo especializado puede ayudarte a aplicar estrategias que refuercen la autoestima del niño, le enseñen asertividad y gestión emocional, y guíen a los padres para fomentar un ambiente que promueva la autonomía y el desarrollo personal.
Permitir que tu hijo afronte pequeños retos y se equivoque es una parte fundamental del crecimiento. Acompañarlo en este proceso sin intervenir de forma constante le dará las herramientas necesarias para desenvolverse con éxito en el futuro.
Si sientes que necesitas orientación para gestionar mejor la crianza y el desarrollo de tu hijo, no dudes en consultar con un profesional.
¿Te preocupa que estés sobreprotegiendo a tu hijo?
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Referencias bibliográficas:
Cook, William L.; Douglas, Emily M. (1998). The looking-glass self in family context: A social relations analysis. Journal of Family Psychology, 12(3): pp. 299 – 309 Las principales características de los hijos sobreprotegidos
Magaz Lago, A. & García Pérez, E.M. (2011). Perfil de Estilos Educativos, PEE. Madrid: Grupo ALBOR-COHS, Madrid.
Shaffer, D. (2000). Psicología del desarrollo. Infancia y adolescencia. Editorial Thomson: Madrid.
Cando Yaguar, M. E., & Campaña Toapanta, L. D. R. (2017). La sobreprotección infantil (Bachelor’s thesis, Latacunga: Universidad Técnica de Cotopaxi; Facultad de Ciencias Humanas y Educación; Licenciatura en Educación Básica).
Ortega León, J. F. (2022). La sobreprotección infantil y su incidencia en el desarrollo conductual en niños de 4 a 5 años (Master’s thesis, Ecuador: Latacunga: Universidad Técnica de Cotopaxi (UTC)).