La inteligencia está muy lejos de ser un elemento psicológico fácil de estudiar y comprender: agrupa muchos procesos mentales asociados al pensamiento abstracto y, además, por su propia naturaleza es cambiante y flexible.
Es por ello que si nos detenemos a ver de manera más detallada qué es lo que hay en esa clase de comportamientos que solemos considerar inteligentes, veremos que la inteligencia no es un todo homogéneo, sino que en ella hay una combinación de habilidades con sus propias características.
La inteligencia fluida es un ejemplo de ello, ya que en ella se encuentran varias predisposiciones y aptitudes útiles para adaptarnos a una gran variedad de retos y que, a la vez, son más útiles en ciertas situaciones que en otras. En este artículo veremos en qué consiste.
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Índice
¿Qué es la inteligencia fluida?
El concepto de inteligencia fluida fue desarrollado inicialmente por el psicólogo Raymond Bernard Catell en los años 60. Este investigador se propuso encontrar diferentes grupos de habilidades cognitivas que hasta el momento habían estado mezcladas bajo el término paraguas de “inteligencia”; es decir, quiso tomar nota de los matices que existen entre los elementos de aquello que nos hace inteligentes.
En este sentido, si bien no negaba la existencia de una inteligencia general, señalaba que esta estaba compuesta por dos tipos de inteligencia principales: la inteligencia fluida y la inteligencia cristalizada. La primera sería aquella asociada a la capacidad de razonar en abstracto y de adaptarse rápidamente a situaciones nuevas, y la segunda estaría más asociada a la capacidad de usar el conocimiento ya almacenado en la memoria para solucionar problemas prácticos cotidianos.
Así pues, tal y como su nombre indica, la inteligencia fluida es el tipo de inteligencia que nos permite pensar y razonar de manera ágil a pesar de no disponer de mucha información o experiencia previa útil ante el problema a solucionar.
Ejemplos de inteligencia fluida en la vida diaria
Algunos ejemplos de la inteligencia fluida son:
- Tomar decisiones rápidas: Un médico en urgencias elige el mejor tratamiento sin historial previo.
- Resolver imprevistos: Un viajero en un país extranjero se comunica sin conocer el idioma.
- Adaptarse a la tecnología: Un adulto mayor aprende a usar un smartphone sin experiencia previa.
- Juegos de estrategia: Un jugador de ajedrez ajusta su táctica según los movimientos del rival.
- Orientarse en nuevos lugares: Al mudarse, alguien aprende a navegar sin mapas ni GPS.
Estos casos muestran cómo la inteligencia fluida nos ayuda a resolver problemas sin conocimientos previos.
Características de la inteligencia fluida
Existen varias habilidades y predisposiciones que conforman la inteligencia fluida, las cuales resultan esenciales en múltiples áreas de la vida. Algunas de las más importantes incluyen:
- Razonamiento lógico: Capacidad para identificar patrones y relaciones entre elementos sin necesidad de conocimientos previos.
- Pensamiento abstracto: Habilidad para procesar información más allá de lo concreto, lo que facilita la resolución de problemas complejos.
- Rapidez en la toma de decisiones: Permite analizar diversas posibilidades y elegir la mejor opción en poco tiempo.
- Adaptabilidad: Facilita el ajuste a entornos cambiantes, algo esencial en un mundo en constante transformación.
- Manipulación de información visual y espacial: Importante en campos como la arquitectura, el diseño y la orientación espacial.
Evolución de la inteligencia fluida a lo largo de la vida
El grado en el que la inteligencia fluida contribuye a la facilidad de las personas para adaptarse a los retos de la vida va variando con la edad. Se trata de un conjunto de habilidades que se desarrolla rápidamente durante la infancia y la adolescencia y que llega a su máximo hacia los 25 años. A partir de ese punto de la vida se mantiene estable o decae ligeramente, y a partir de los 30 años va cayendo significativamente década tras década.
En comparación con la inteligencia cristalizada, la fluida es más efímera, aunque al complementarse con la otra, en la mayoría de situaciones cotidianas no se aprecia un desgaste cognitivo importante (salvo en casos excepcionales en los que hay patologías de tipo neuropsicológico).
Así pues, la inteligencia fluida llega a su mayor potencial en los jóvenes adultos, algo que tiene sentido teniendo en cuenta que es en este momento de la vida en el que las personas suelen exponerse a situaciones más nuevas y complejas (a diferencia de lo que ocurre en las últimas etapas de la adultez) asumiendo las responsabilidades de sus acciones sin recibir tanta protección de la familia o la sociedad (a diferencia de lo que ocurre con la infancia).
¿Se puede mejorar la inteligencia fluida?
Aunque el declive de la inteligencia fluida con la edad es un proceso natural, existen estrategias que pueden ayudar a mantenerla activa y en buen estado:
- Ejercicios de lógica y rompecabezas: Resolver acertijos matemáticos y juegos de estrategia estimula el pensamiento abstracto.
- Aprendizaje de nuevas habilidades: Adquirir conocimientos en áreas desconocidas (como un nuevo idioma o instrumento musical) desafía la mente y fomenta la plasticidad cerebral.
- Ejercicio físico regular: La actividad física mejora la circulación sanguínea en el cerebro y favorece la salud cognitiva.
- Meditación y técnicas de relajación: Reducen el estrés, lo que contribuye a un mejor rendimiento intelectual.
- Socialización y debates: Conversar y debatir con otras personas estimula el pensamiento crítico y la agilidad mental.
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Referencias bibliográficas:
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Haier, R. (2016). The Neuroscience of Intelligence. Cambridge: Cambridge University Press.
Horn, J.L., & Cattell, R. B. (1967). Age differences in fluid and crystallized intelligence. Acta Psychologica, 26: pp. 107 – 129.
Thorsen, C.; Gustafssonand, J.E.; Cliffordson. C. (2014). The influence of fluid and crystallized intelligence on the development of knowledge and skills. British Journal of Educational Psychology, 84: pp. 556 – 570.