La calidad de los servicios de psicoterapia no dependen solamente de las acreditaciones y títulos del profesional. Si bien es indispensable tener una adecuada formación, hay otras aptitudes que es necesario desarrollar para atender bien a los pacientes. En este artículo veremos cuáles son estas habilidades del terapeuta.
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Índice
Las habilidades del terapeuta más importantes para ayudar a los pacientes
Estas son varias de las habilidades más importantes que debe tener un psicoterapeuta. Se trata de aptitudes que se plasman en los aspectos prácticos del trabajo de los psicólogos que nos dedicamos a atender pacientes y ayudarles a superar problemas emocionales, comportamentales, en sus relaciones personales, etc.
1. Capacidad analítica para comprender patrones
La capacidad analítica es fundamental, porque permite detectar patrones generales en el discurso y en los comportamientos observables en los pacientes. Es necesario no quedarse con la literalidad de lo que dicen los pacientes, e ir más allá contrastando diferentes fuentes de información, para así facilitar también que la propia persona que tiene problemas a superar sea capaz de entender mejor lo que le pasa, al apoyarse en la perspectiva de un profesional que no se limita a devolverle un punto de vista calcado al suyo.
2. Empatía para generar confianza
La profesión basada en ofrecer procesos psicoterapéuticos es eso, una profesión, pero ello no implica que el trato con los pacientes y clientes deba ser distante y ceñido a formalismos. Es importante saber mostrarnos empáticos con estas personas, porque esto es lo que hace que el flujo comunicativo fluya y parte de lo que motiva a las personas a implicarse en los objetivos terapéuticos.
3. Escucha activa para comprender a profundidad
La escucha activa es el hecho de saber escuchar con atención y además hacer saber que se está escuchando con atención. Esto facilita que los pacientes se expresen y sean capaces de hablar realmente de todo lo que les preocupa y lo que quieren conseguir, apostando por la honestidad.
4. Asertividad para comunicar con claridad
La asertividad es la capacidad de mantener un equilibrio entre el respeto al interlocutor, por un lado, y el hecho de saber expresar ideas importantes a pesar de que puedan generar un cierto malestar inevitable, por el otro. En este sentido, los psicólogos deben ser asertivos y no tener miedo a poner en situaciones algo incómodas a la persona que acude a su consulta si eso le ayudará a progresar terapéuticamente, y teniendo en cuenta que las personas que buscan ayuda ya lo hacen asumiendo que van a tener que salir de su zona de confort.
5. Autocontrol emocional en situaciones difíciles
El autocontrol es necesario para mantener siempre un rol neutral y evitar las reacciones emocionales fuertes ante, por ejemplo, las muestras de hostilidad por parte de algunos pacientes con desajustes del estado de ánimo o trastornos de la personalidad.
6. Apertura a diferentes puntos de vista
En psicoterapia lo más habitual es toparse con perspectivas muy diferentes a la propia, como es natural cuando se trabaja de manera cotidiana con personas que en muchos casos están muy sesgadas por sus experiencias extremas o por sus vivencias que les generan malestar. Sin embargo, los psicólogos deben aceptar esta disparidad de puntos de vista para no alienar a estas personas desde el principio y que puedan expresarse sin sentir que están siendo prejuzgadas.
7. Compromiso con la formación continua
La profesión de la psicología orientada a la psicología exige de formarse de manera indefinida, ya que esta es una ciencia en la que constantemente se están realizando hallazgos, y por otro lado, las dinámicas comportamentales y relacionales van cambiando con el paso del tiempo, por lo que estos cambios deben plasmarse en el modo en el que se ayuda a los pacientes.
8. Flexibilidad para adaptarse a cada paciente
Cada persona que acude a terapia es única, con su propia historia, personalidad y ritmo de progreso. Por ello, uno de los aspectos más importantes en la labor del terapeuta es la flexibilidad.
Un buen terapeuta no se aferra rígidamente a un único enfoque o método terapéutico, sino que adapta su estilo de intervención según las necesidades específicas de cada paciente. Esto implica modificar estrategias , replantear objetivos y ajustar las técnicas empleadas para garantizar que el proceso terapéutico sea lo más efectivo posible.
La flexibilidad también es clave para manejar imprevistos, como cambios en la motivación del paciente, resistencia al cambio o situaciones de crisis. Un terapeuta flexible sabe cuándo insistir n ciertos aspectos y cuándo es necesario cambiar el enfoque para facilitar el avance del paciente sin generar frustración o desmotivación.
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