La memoria tiene un papel fundamental en nuestra vida y en el día a día, aunque no reparemos en ello a menudo. Sí puede ocurrir, cuando por ejemplo conocemos casos de personas que sufren problemas como el Alzheimer, que nos demos cuenta de todos los tipos de memoria que nos permiten reconocer lugares y personas, recuperar datos, hacer determinadas tareas y actividades…
La memoria no es un órgano ni un músculo, de manera que no es posible verla ni tocarla para conocer su estado. Podríamos definirla como la “marca” o la “huella” de una información que ha sido procesada y almacenada con anterioridad, de manera que podemos regresar a ella por medio de un proceso de recolección (lo que llamamos “recordar”).
- Primera entrevista GRATIS
- Conoce a tu psicólogo antes de decidir
- Si no es para ti, no pasa nada
Índice
¿Qué es la memoria y cómo funciona?
La memoria humana es limitada, así como nuestra capacidad de atención; tenemos la posibilidad de atender a una cantidad finita de estímulos en un momento dado y serán sólo algunos de ellos los que memoricemos. Para procesar la información percibida y almacernarla de cara a su posterior recuperación, el proceso se divide en varias partes.
La primera etapa es la codificación, que se divide a su vez en dos fases: la adquisición y la consolidación. Durante la adquisición el sistema sensorial recibe y detecta los estímulos, y en la consolidación se va estabilizando la información recibida. Después tiene lugar la fase de almacenamiento, que consiste en la retención y la permanencia de dicha información. Por último, la fase de recuperación se produce cuando accedemos a la información almacenada previamente (ya sea de manera verbal o motora).
Los principales tipos de memoria
Lo más habitual es que consideremos dos tipos de memoria: a corto plazo y a largo plazo. Este modelo dual de la memoria fue propuesto por el filósofo y psicólogo estadounidense William James a finales del siglo XIX. James planteó en su clasificación la existencia de una memoria primaria de carácter inmediato, que almacena la información durante un periodo de corta duración, y la memoria secundaria que almacena la información de manera más duradera. Este modelo basa su clasificación en el tiempo que permanece la información, pero existen otras clasificaciones que atienden a variables diferentes.
A continuación vamos a ver cuatro grandes tipos de memoria que solemos diferenciar: la memoria sensorial, la memoria a corto plazo, la memoria operativa y la memoria a largo plazo.
1. Memoria sensorial
Cuando la información llega a los registros sensoriales (visual, auditivo, etc.) desde el medio, se produce su registro y codificación. La memoria sensorial es la que se pone en funcionamiento desde que la información llega a un órgano receptor hasta que es percibida por el cerebro; por ejemplo, cuando nos llama la atención el olor al pasar por delante de una panadería o escuchamos las primeras notas de una canción. De todos los tipos de memoria, la sensorial es la que tiene una menor duración. La información registrada por la memoria sensorial tiende a desecharse rápidamente, pasando únicamente los datos necesarios a otros tipos de memoria de mayor duración.
Dependiendo de la modalidad sensorial que involucre, este tipo de memoria puede persistir durante unos pocos milisegundos solamente o durar hasta varios minutos. La memoria sensorial, dependiendo del órgano que está percibiendo la información en cada momento, puede clasificarse en subtipos: por ejemplo, se llama memoria icónica a la que procesa la información procedente de la visión y memoria ecoica a la relacionada con el sonido.
2. Memoria a corto plazo
La memoria a corto plazo tiene también una capacidad limitada, aunque sus contenidos tardan más tiempo en decaer que los de la memoria sensorial. La memoria a corto plazo es un almacén en el que se repite y codifica la información. Además, es el filtro que “criba” o selecciona la información que será posteriormente transferida a la memoria a largo plazo.
La capacidad de la memoria a corto plazo está restringida al procesamiento de entre cinco y nueve elementos independientes, aproximadamente. La duración de este tipo de memoria suele encontrarse en torno a los 10 o 20 segundos. Una vez pasado ese tiempo, se escoge la información que pasará a ser procesada en la memoria a largo plazo; los elementos que no pasen este filtro serán eliminados.
3. Memoria operativa
Este tipo de memoria consiste en una pequeña cantidad de información que se mantiene en un estado temporal de mayor accesibilidad. Se trata de la información que una persona es capaz de retener en el tiempo que le lleva hacer una determinada tarea. La memoria operativa, también conocida como memoria de trabajo, se encarga de ir combinando la información nueva que recibe en formato verbal con otra información como la anteriormente obtenida por la experiencia, los datos de la memoria a largo plazo, etc. Un ejemplo de esto es el proceso de cocinar una comida: es posible que haya que procesar información nueva (como las indicaciones de una receta) a la vez que se usa información ya adquirida (como las habilidades de manejo de los utensilios o el recuerdo de las intensidades a las que conviene poner el fuego para obtener un resultado u otro).
Así, la memoria operativa se convierte en un mecanismo tanto de procesamiento y manipulación de la información como de almacenamiento temporal. De hecho, en ocasiones se considera un tipo de memoria a corto plazo. Esta registra y almacena la información adquirida para la consecución de objetivos, para lo cual ha de activar recuerdos registrados previamente y actualizarlos con los contenidos presentes en la cognición. Para asegurar que la información necesaria está disponible en el momento de la tarea, ha de mantener la atención orientada e inhibir las respuestas innecesarias o inapropiadas a las circunstancias, así como ir monitorizando la conducta según la emoción y la motivación.
4. Memoria a largo plazo
De todos los tipos de memoria, este es el que más habitualmente consideramos cuando hablamos de la habilidad para memorizar y recordar. La memoria a largo plazo está formada por las experiencias y los conocimientos que almacenamos a lo largo de la vida. Este tipo de memoria no está tan limitado como la memoria a corto plazo en su capacidad de almacenamiento. Esta memoria se encarga de los procesos de adquisición y organización que permiten realizar algunas tareas complejas como escribir o comprender mensajes escritos. La memoria a largo plazo suele dividirse en dos subtipos: explícita e implícita.
1. Memoria declarativa o memoria explícita
La memoria declarativa o memoria explícita es la que almacena datos y hechos tanto generales como personales, y a la que podemos acceder de manera verbal y voluntaria; es decir, contiene recuerdos conscientes sobre objetos, lugares, eventos y personas.
Dentro de la memoria declarativa, encontramos:
- Memoria episódica: Recuerdos personales y experiencias (como una fiesta de cumpleaños o un viaje).
- Memoria semántica: Conocimientos generales (como el significado de palabras o datos históricos).
2. Memoria no declarativa o memoria implicita
Por otra parte, la memoria no declarativa o memoria implícita incluye los hábitos y destrezas perceptivas y motoras que recordamos de manera menos consciente.
Dentro de la memoria declarativa, encontramos:
- Memoria procedimental: Nos permite realizar tareas de manera automática (como montar en bicicleta o escribir).
- Primado: Nos ayuda a reconocer patrones y responder más rápido a estímulos familiares.
¿Por qué se producen los problemas de memoria?
Los trastornos de la memoria pueden afectar a distintos tipos de memoria, no sólo a la memoria a largo plazo. Esto tiene que ver con el hecho de que las dificultades de memoria pueden deberse a errores en diferentes fases de su funcionamiento; es decir, pueden verse ocasionadas por problemas de los procesos de atención, errores en la codificación o interferencias en la recuperación de los recuerdos.
Estos trastornos pueden afectar tanto a la ejecución de tareas cotidianas como a las relaciones personales e incluso al conocimiento de la propia identidad. La memoria es una herramienta de trabajo que nos permite adaptarnos en nuestro día a día, pero también es lo que permite que conozcamos nuestra propia historia y personalidad.
- Quizá te interese: ¿Recordamos lo que queremos recordar? 6 Distorsiones de la memoria
Estrategias para mejorar la memoria
A continuación, incluiremos algunas estrategias sencillas que nos pueden ayudar a ejercitar nuestra memoria:
1. Ejercita tu cerebro con actividades cognitivas
Estimular el cerebro para poner en práctica nuestras capacidades cognitivas nos previene del deterioro cognitivo y favorece que nuestra memoria siga funcionando de manera adecuada. Cosas que puedes hacer para ello son, por ejemplo, leer, hacer crucigramas, jugar juegos de estrategia como el ajedrez, empezar a estudiar un nuevo idioma… Puedes realizar cualquier actividad cognitiva activa que te interese.
2. Desafía tu memoria con pequeños retos diarios
En nuestra vida cotidiana hay muchos momentos donde podemos proponernos ejercitarla. Puedes, por ejemplo, proponerte memorizar la ruta para llegar a los sitios, aprenderte los números de teléfono de tus personas queridas, memorizar las letras de las canciones que te gusten o aprender una palabra nueva cada día. Puede ser cualquier cosa que te suponga un pequeño reto, que te resulte interesante o que te motive a ejercitar tu memoria.
3. Cuida tu alimentación y hábitos de vida
Sabemos que los factores relacionados con un estilo de vida poco saludable (consumo de drogas, estrés, falta de descanso, sedentarismo, mala alimentación…) aumentan el riesgo de padecer enfermedades cerebrales, incluidos los problemas de memoria. Tener esto en consideración como pauta de autocuidado básico puede tener consecuencias muy positivas para nuestra salud.
Mantener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio físico y respetar nuestros tiempos de descanso son hábitos saludables que influyen de forma directa en el buen funcionamiento de nuestras capacidades cognitivas.
4. Regula el estrés y la ansiedad
Como consecuencia de la sobrecarga de trabajo y el estrés, podemos tener la sensación de que se nos olvidan las cosas más simples o que nos cuesta concentrarnos y pensar con claridad. Esto tiene una relación directa con la alta activación de nuestro Sistema Nervioso debido a mantenernos en situaciones estresantes por largos periodos de tiempo, reduciéndose nuestra agilidad mental.
Para evitar esta situación y cuidar nuestras capacidades cognitivas, es importante que aprendamos a regular nuestro estrés adecuadamente. Recuerda que puedes pedir ayuda psicológica para ello, siempre que sientas que las situaciones te sobrepasan.
¿Los problemas de memoria están afectando tu vida y necesitas ayuda profesional?
Las dificultades de memoria pueden ocasionar problemas tanto en edades jóvenes como en etapas más tardías de la vida. Algunos trastornos de la memoria pueden producirse por lesiones cerebrales, mientras que los más frecuentes (como la demencia o el Alzheimer) suelen desarrollarse de manera degenerativa con la edad. Para prevenir y paliar los efectos de estos trastornos es posible recurrir a intervenciones como la estimulación cognitiva.
El equipo de Avance Psicólogos colabora con profesionales de diversas especialidades, entre las cuales se encuentra la Neuropsicología. En caso de que necesites este tipo de servicios para ti o para alguien de tu entorno cercano, puedes contactarnos por llamada y mensaje para que nuestro personal te recomiende el tratamiento más adecuado a tus circunstancias.
- Primera entrevista GRATIS
- Conoce a tu psicólogo antes de decidir
- Si no es para ti, no pasa nada
Referencias bibliográficas:
Alaniz-Gómez, F. y cols. (2022). Memoria: Revisión conceptual. Publicación semestral, Boletín Científico de la Escuela Superior Atotonilco de Tula, 9(17), 45-52.
Bernabéu, E. (2017). La atención y la memoria como claves del proceso de aprendizaje. Aplicaciones para el entorno escolar. ReiDoCrea, 6(2), 16-23.
Cowan, N. (2017). The many faces of working memory and short-term storage. Psychonomic Bulletin & Review, 24, 1158-1170.
Dudai, Y. Y cols. (2015). The consolidation and transformation of memory. Neuron, 88, 20-32.
Klein, S. B. (2014). What memory is. Wiley Interdisciplinary Reviews: Cognitive Science, 6(1), 1-38.