La misoginia y la discriminación de género es una lacra que aún esta sociedad no ha conseguido erradicar del todo. Aunque hemos conseguido mucho en cuanto a proteger los derechos y establecer leyes que protejan a la mujer (algo que no se hubiera conseguido si no fuera por el movimiento feminista), todavía podemos encontrar ejemplos de misoginia en los medios de comunicación, en nuestras relaciones, en nuestras casas o en la calle.
Es doloroso pensar que aún no es suficiente con todo lo que se ha llegado, sin embargo, si queremos acabar con la misoginia es necesario poner sobre la mesa lo que ocurre y sigue ocurriendo hoy en día. En la actualidad, si ha subido el número de víctimas mujeres por agresión sexual, no es porque vivamos en una sociedad más violenta (de hecho, históricamente la violencia tiende a disminuir), sino porque se visibiliza el problema y así, se denuncian y criminalizan este tipo de agresiones.
En este artículo te queremos hablar de este y otros ejemplos que demuestran que la misoginia, por desgracia, sigue formando parte de nuestra sociedad y cultura. En primer lugar, explicaremos qué se entiende por misoginia y qué es. A continuación, mostraremos diez ejemplos de misoginia que revelan la discriminación de género actual.
Índice
¿Qué es la misoginia?
La palabra misoginia viene del griego y está compuesta por los lexemas ‘miso’, que significa odio y ‘gine’ que significa mujer. Por lo tanto, la misoginia se define como el odio hacia la mujer. Pero ¿odio hacia la mujer? ¿por qué motivo? ¿quién osaría? A lo mejor, si lo definimos así, de manera tan sencilla, se nos viene a la mente culturas muy machistas donde sacan a las mujeres de la vida social y laboral. Por supuesto, en esas culturas existe la misoginia. No obstante, en culturas occidentales, aunque la mujer esté insertada en el mundo laboral y demás, la misoginia se puede colar por muchos resquicios.
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Se trata de la continua presión que se ejerce sobre la mujer en cuanto a cómo debe comportarse, vestirse, disimular esto o aquello, reaccionar, sobre las cosas que le deben importar o no, sobre si debe tener hijos o no y un largo etcétera. Toda esa presión se ejerce a través de los estereotipos, los chistes, la competencia entre mujeres, etc., y, su vez, esa presión viene de todos los mensajes machistas con los que hemos crecido.
Esto sucede así porque es algo que tanto hombre como mujeres tenemos interiorizados. Es decir, la misoginia la puede ejercer tanto un hombre como una mujer. Está impregnada en nuestra cultura y sociedad. Se puede ver en muchas de las actitudes y conductas que aún hoy tenemos. En el apartado siguiente, te lo explicamos con ejemplos.
10 ejemplos de discriminación de género y misoginia
A continuación veremos una serie de ejemplos sobre la discriminación de género:
1. Ver a la mujer como un trofeo
Cosificar a la mujer es en sí un acto o actitud cardados de mucha misoginia. La cosificación se trata de ver a la mujer como un mero objeto, como alguien que sirve solo para ocuparse de la casa o ser fuente de placer sexual para el hombre. En la pornografía se ven claros ejemplos de esto y de cómo el papel que desempeña la mujer es la de que dejar al hombre satisfecho.
2. Juzgar a una mujer por cómo va vestida
Comentarios del tipo: “es que iba provocando” o “ si te vistes así no esperes que no mire” son altamente misóginos. Además, es triste que se piense que si una mujer se viste de determinada manera lo hace solamente porque quiere atraer sexualmente a los hombres. Y, si lo hace, no es motivo para intimidarla ni, mucho menos, justificar un acoso o una agresión sexual. Esto, además de misoginia es violencia.
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3. Minimizar la intimidación que se ejerce hacia una mujer
Es muy frecuente que cuando una mujer denuncia alguna forma de acoso sexual, una agresión sexual o algún acto de discriminación de género (por el hecho de ser mujer), la respuesta que reciba se parezca a: “Venga, mujer, si no es para tanto”. Así solo se le invalida a la mujer cómo se siente. Por ejemplo, si una mujer es perseguida por un desconocido y sintió miedo, no le digas que no es para ponerse así.
4. Abusar de la posición de poder respecto a una mujer
Por ejemplo, cuando un jefe abusa de una empleada permitiéndose el lujo de dirigirse a ella con desdén o tocándola sin consentimiento sabiendo que ella se encuentra en una posición en la que depende de él su vida laboral. Aquí el odio se materializa en ver a las mujeres como seres indefensos, frágiles y que no pueden ser dueñas de su propia libertad.
5. Opinar sobre la apariencia de las mujeres
Opinar sobre si una mujer debe depilarse o no, si debe vestirse de manera más femenina o no, si debe someterse a operaciones estéticas o no, … y criticar y/o juzgar las decisiones que toma la mujer respecto a su cuerpo y su apariencia es misoginia. De nuevo, se estaría viendo a la mujer como un ente que tiene que actuar de una determinada manera o mostrarse de una determinada forma y no como ellas decidan.
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6. Asumir que una mujer ha de tener hijos
Este estereotipo o norma puede llevar a que una mujer se sienta mal por decidir no tener hijos, a juzgar a las que no los tienen o, incluso, a juzgar a las que dejan la vida laboral para cuidarles o, al contrario, que siga trabajando y delega sus cuidados en otra persona. De nuevo, estamos decidiendo por las mujeres por el hecho de ser mujeres.
7. Culpabilizar a las víctimas de violencia de género
“Si no quería tener relaciones porque no dijo que no” o “si tan mal la trataba porque no se iba”, culpabilizar a la víctima de violencia de género es una de las formas más fuertes de misoginia. Por un lado, se reitera el poder que el género masculino tiene sobre los cuerpos femeninos, y por otro, se minimiza o se invisibiliza una violencia que es real, por lo que la misoginia sigue colándose por esos resquicios sociales.
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8. Rechazar que lidere una mujer
Se da por hecho que los líderes son los hombres. No es raro si vemos que los referentes que tenemos en la cultura, la Historia o el cine, en cuanto a liderazgo son hombres. El número de mujeres con cargos de liderazgo no es igualitario al número del sexo contrario. Cuando ocurre que es una mujer quien está en un puesto de poder se alude a sus buenas prácticas sexuales (cosificación, de nuevo), en lugar de valorar su intelecto o lo que no tenga que ver con su físico o su capacidad de seducción.
9. Competir entre mujeres
A las mujeres se nos ha enseñado que competir entre nosotras es algo natural. Como mujer, has de ser la más bella del reino, has de ser la más competente, o la más atractiva. Esto no es que te lleves mejor con los hombres que con las mujeres, es una forma más de misoginia, algo inculcado. Lo contrario a la competencia entre mujeres es la sororidad: ayudarnos unas a otras y entender que partimos todas del mismo contexto: el patriarcado.
10. Relacionar ciertas actividades con las mujeres
El culmen de los estereotipos suelen ser las profesiones: la informática para los hombres y la enfermería para las mujeres. Además, se suele relacionar lo más intelectual al género masculino y lo más tedioso y que tiene que ver con los cuidados al género femenino.
Conclusiones
Ser cómplice de todo esto también es misoginia. O sea, observar alguno de estos ejemplos, o algunos, están sucediendo a tu alrededor y no hacer nada al respecto es perpetuar la misoginia. Si no se responde a todos estos actos misóginos es porque el machismo, la violencia machista y la misoginia siguen a la orden del día pero de manera mucho más sutil. El hecho de que sea sutil no quiere decir que tengamos licencia para hacer la vista gorda o para quitarle importancia. De hecho, todo lo sutil se acumula en un montón y, en realidad, al final se convierte en lo que sostiene la violencia machista más visible.
No es solo que lo que lo típicamente relacionado con lo femenino (la ropa, depilarse, los cuidados, etc.) sea “peor” o más negativo, sino que las mujeres siempre están en el punto de mira para ser criticadas y juzgadas. A los hombres no se les analiza tanto si, por ejemplo, están realizando bien su trabajo. Por ejemplo, si un hombre conduce torpe no se el dice “claro, es que es hombre”, sin embargo, si una mujer se equivoca al volante recibe comentarios del tipo: “mujer tenías que ser”. Esto, claramente, es misoginia.
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Referencias bibliográficas:
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Wrisley, S. P. (2023). Feminist theory and the problem of misogyny. Feminist Theory, 24(2), 188-207.
Barker, K., & Jurasz, O. (2019). Online misogyny. Journal of International Affairs, 72(2), 95-114.
de las Heras, N. P. (2019). Feminismo para torpes. Ediciones Martínez Roca.