Existen muchos estereotipos con los que aún cargamos cuando pensamos en una persona tímida: alguien quien prefiere abstenerse de hablar, mantiene la cabeza gacha o evade las miradas de los demás, lleva las manos ocultas dentro de las mangas del abrigo… Y si bien podemos estar de acuerdo que estos clichés refieren a lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en una persona tímida, es necesario hacer una serie de aclaraciones al respecto, ya que podrían ser el reflejo de varios mitos sobre la timidez que prevalecen en la actualidad.
Así pues, en este artículo desarrollaremos 5 mitos acerca de la timidez y por qué son falsos. Y es que, en muchas ocasiones, nuestra manera de percibir a las personas tímidas se basa en estereotipos irracionales.
- Primera entrevista GRATIS
- Conoce a tu psicólogo antes de decidir
- Si no es para ti, no pasa nada
Índice
Mitos sobre la timidez: 5 falsas creencias sobre las personas tímidas
Aquí daremos un breve repaso a los principales falsos mitos sobre la timidez, las personas tímidas, y su manera de vivir la vida mediante este rasgo de personalidad.
1. Timidez es lo mismo que vergüenza o introversión
El primer mito acerca de la timidez recae sobre su distinción respecto a otros términos o constructos que se utilizan cotidianamente. Es habitual que confundamos la timidez respecto a la vergüenza o la introversión porque, a fin de cuentas, será difícil distinguir este término respecto a otros si no tenemos claro qué entendemos por timidez. No obstante, hay un problema: ¿qué o quién establece específicamente qué entenderemos por determinado concepto, y cómo puede asegurarse el consenso de todo el mundo?
La realidad es que establecer una definición unívoca es una tarea imposible. De hecho, en el plano de la psicología científica ocurre lo mismo. Algunas investigaciones definen a la timidez únicamente desde el plano conductual, entendiéndola como una forma de inhibición o evitación de eventos sociales; mientras que otras la conciben como una experiencia subjetiva de nerviosismo y aprensión en el encuentro con otros por miedo a fallar o a ser juzgados. Determinar una definición universal es un objetivo en vano. De todas formas, esta diversidad de conceptualizaciones nos permiten distinguir la timidez de otros constructos. Veamos esto en detalle.
Está aún arraigado en nosotros el mito de utilizar timidez e introversión como sinónimos. Sin embargo, si tenemos en cuenta que la introversión suele definirse como la inclinación de una persona hacia su mundo interno y a tener un carácter reservado, esto no tiene por qué ser completamente compatible con las definiciones de timidez expuestas. Una persona puede ser tímida —en tanto evita eventos sociales ya que experimenta alta ansiedad a la hora de comunicarse, por ejemplo— pero aún así no tener interés en actividades que estén relacionadas con cultivar su mundo interno, como podría ser pasar horas en su habitación leyendo un libro a solas. En consecuencia, es posible sostener que considerar la timidez como lo mismo a la introversión es un mito.
- Quizá te interese: 5 consejos para superar la timidez excesiva
2. Las personas tímidas no están interesadas en hablar contigo
Otro de los mitos más enraizados en nuestros imaginarios es la idea de considerar a las personas tímidas como personas desinteresadas en vincularse afectivamente con los demás. Sin embargo, esto es falso. Todas las personas buscamos relacionarnos con otras en tanto somos seres sociales; necesitamos de la protección, compañía y empatía de nuestros seres queridos, y las personas tímidas no son la excepción a tal regla aunque experimenten estados emocionales incómodos a la hora de la comunicación.
La diferencia entre las personas tímidas y las que no comparten esta característica reside en que las primeras suelen buscar vías alternativas para establecer lazos afectivos fuertes más allá del cara a cara. Un estudio muy interesante llevado a cabo por dos investigadoras estadounidenses se propuso evaluar cómo se comunicaba un grupo de personas tímidas a la hora de debatir acerca de un tópico dado, primero de manera cara a cara y luego mediante una plataforma virtual.
Los resultados indicaron que las personas experimentaron un menor grado de aprensión durante la discusión online que en la cara a cara. Lo que es incluso más curioso es la lectura que hicieron las investigadoras acerca de estos hallazgos, ya que sugirieron que la falta de señales auditivas o visuales en el mundo virtual hicieron que la comunicación fuera más sencilla para las personas tímidas. Entonces, podríamos sostener que es falso el mito de que la timidez involucra desinterés a dialogar con los demás, pero lo que sí podría suceder es que estas personas se sienten más incómodas en determinados ámbitos que en otros.
- Quizá te interese: ¿Cómo es la psicoterapia para superar el exceso de timidez?
3. Las personas tímidas no saben pedir ayuda
Es probable que alguna vez hayamos pensado que los tímidos no saben o no quieren pedir ayuda de los demás. Sin embargo, se trata de un mito, ya que incluir a todas las personas tímidas en el saco de “no saber pedir ayuda” implicaría la generalización de una regla que no es necesariamente verdadera. Se trata de dos cosas diferentes. Quizás es posible que sea cierto el hecho de que sean más selectivos en el momento de elegir en quién confiar para solicitar su ayuda, sobre todo si se trata en una comunicación en la que la gestualización es una habilidad a poner en práctica.
Una investigación comparó dos grupos, uno compuesto por personas tímidas y otro por personas que no presentaban esta característica, pidiéndoles a todos que intenten resolver una tarea específica. Los participantes no sabían que la tarea que se les pediría resolver sería imposible.
Sin embargo, los investigadores hicieron que los participantes intenten resolver la tarea en presencia de una persona quien supuestamente ya había sido capaz de lograrlo, con el objetivo de analizar en qué medida los participantes solicitaban su ayuda.
Los resultados indicaron que no existieron diferencias significativas entre la ayuda que pedían las personas tímidas respecto a las no-tímidas, por lo que podríamos sostener que la afirmación “los tímidos no saben pedir ayuda” podría ser falsa a la luz de estos hallazgos. Sin embargo, algo que también ocurrió en esta investigación fue que, en comparación al otro grupo, las personas tímidas buscaron menos ayuda de la persona que habría resuelto la tarea en los casos en los que ésta era del sexo opuesto. Por lo tanto, podríamos inferir que en la timidez existe cierta selectividad al momento de determinar en quién confiar para pedir ayuda y quién no.
4. A las personas tímidas sólo les gusta hacer actividades a solas
Otro de los mitos acerca de la timidez es que los intereses de las personas que presentan esta característica podrían reducirse exclusivamente a ciertas prácticas o actividades específicas como la escritura, la lectura, el dibujo, y, en definitiva, cualquier otra tarea que no involucre necesariamente el contacto con un otro.
Sin embargo, en función a los demás mitos expuestos, el hecho de que esto sea falso no tendría por qué sorprendernos. Y es que no es del todo acertado reducir la totalidad de atributos de personalidad que componen a una persona bajo una categoría, en este caso, la de “tímida”. Las personas tímidas quizás podrían relegarse con mayor frecuencia a estas actividades por miedo a la opinión de los demás y al rechazo de sus pares; pero eso no implica en lo absoluto que sean incapaces de disfrutar de otro tipo de actividades que tienden a asociarse a personas extrovertidas o a sujetos con habilidades de comunicación más fluidas.
5. La timidez es un trastorno
Por último, el mito de que la timidez es un trastorno podría prevalecer ya que existe una tendencia a patologizar ciertas características de la personalidad, pero esto no tiene por qué ser verdadero. La timidez no es un trastorno ni está incluida en los libros de diagnóstico más utilizados.
Esto no quita que podría convertirse en un problema para la persona en algún momento, sobre todo si ésta tiende a recurrir en la evitación de determinadas situaciones que podrían ser importantes para ella —por ejemplo, acudir a una entrevista de trabajo— debido a la ansiedad que experimenta como consecuencia de su timidez. En estos casos, es importante señalar que se trata de una problemática acerca de la que muchos psicoterapeutas están formados en ansiedad para ayudar, por lo que consultar con un profesional podría ser de gran utilidad para superar las limitaciones que podría acarrear la timidez.
¿Buscas ayuda psicológica para superar la timidez?
Si sientes que la timidez te está frenando en tu día a día, es posible que necesites un apoyo especializado para superarla. En nuestro centro de psicología en Madrid, Avance Psicólogos, contamos con 25 años de experiencia ayudando a más de 10.000 personas a alcanzar sus objetivos personales. Te ofrecemos un enfoque personalizado, adaptado a tus necesidades y ritmo, para que puedas progresar en tu camino hacia una vida más plena y libre de limitaciones.
No importa si prefieres la terapia presencial o buscas un psicólogo online, estamos aquí para guiarte y acompañarte en este proceso. Con nuestro equipo de expertos, descubrirás que lograr superar la timidez es posible, y pronto podrás disfrutar de una mayor confianza y bienestar en todas las áreas de tu vida. ¡No esperes más para dar el primer paso hacia el cambio!
- Primera entrevista GRATIS
- Conoce a tu psicólogo antes de decidir
- Si no es para ti, no pasa nada
Referencias bibliográficas:
DePaulo, B. M., Dull, W. R., Greenberg, J. M., & Swaim, G. W. (1989). Are shy people reluctant to ask for help? Journal of Personality and Social Psychology, 56(5), 834–844.
Hammick, J. K., & Lee, M. J. (2014). Do shy people feel less communication apprehension online? The effects of virtual reality on the relationship between personality characteristics and communication outcomes. Computers in Human Behavior, 33, 302-310.
Leary, M. R. (1986). Affective and behavioral components of shyness: Implications for theory, measurement, and research. In Shyness: Perspectives on research and treatment (pp. 27-38). Boston, MA: Springer US.