Que existe una relación directa entre la mente y el cuerpo, es evidente. En el terreno de la psicología nuestra mente nos protege de aquello que nos perjudica a todos los niveles, y en este contexto es donde hay que entender los trastornos somatomorfos o aquellos en los que el cuerpo desarrolla una patología que no tiene una evidencia médica clara.
Existen varios tipos de trastornos donde el cuerpo somatiza, hoy nos centramos en el Trastorno de conversión.
Qué es el trastorno de conversión
Las características que lo definen son la presencia de síntomas no intencionados que afectan a la función motora voluntaria o sensorial y que no se pueden explicar desde un punto de vista neurológico u orgánico. Síntomas tales como pérdida del equilibrio, alteraciones de la coordinación, parálisis, entumecimiento, visión doble, ceguera, afonía…etc.
Normalmente son episodios que duran poco tiempo y se asocian a un factor estresante intenso que actúa como desencadenante. Este episodio puede ser temporal o con recaídas.
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Las personas afectadas no están inventando los síntomas, éstos son reales y debilitantes mientras dura el episodio. Se piensa que los síntomas físicos que se producen son un intento del organismo de resolver un conflicto psicológico, como puede ser una experiencia traumática o estresante.
Cómo se trata
La mayoría de las personas que acuden a un centro sanitario con algunos de estos síntomas, no encuentran evidencia diagnóstica tras realizarse pruebas. Cuando los síntomas no se justifican por la presencia de otro tipo de alteración o afección, es cuando hay que buscar otro tipo de causa.
El sistema nervioso es el centro de control que regula la mayoría de las de las actividades de nuestro organismo, desde el reflejo más simple hasta las acciones más complejas que realizamos (pensar, crear, etc.), nos protege de las agresiones externas, pero también de las internas y en este sentido, un factor estresante emocionalmente hablando, puede desencadenar una enfermedad física.
La terapia cognitivo-conductual, el entender cuál es el desencadenante de la enfermedad para que la persona sea consciente de lo que le sucede, y trabajar para eliminar la tensión o estrés, son las herramientas más eficaces para eliminar los problemas que conlleva este trastorno.
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