¿Qué es el trastorno de conversión y cómo se trata?

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Que existe una relación directa entre la mente y el cuerpo, es evidente. En el terreno de la psicología nuestra mente nos protege de aquello que nos perjudica a todos los niveles, y en este contexto es donde hay que entender los trastornos somatomorfos o aquellos en los que el cuerpo desarrolla una patología que no tiene una evidencia médica clara.

Existen varios tipos de trastornos donde el cuerpo somatiza, hoy nos centramos en el  Trastorno de conversión.

Qué es el trastorno de conversión

Las características que lo definen son la presencia de síntomas no intencionados que afectan a la función motora voluntaria o sensorial y que no se pueden explicar desde un punto de vista neurológico u orgánico. Síntomas tales como pérdida del equilibrio, alteraciones de la coordinación, parálisis, entumecimiento, visión doble, ceguera, afonía…etc.

Normalmente son episodios que duran poco tiempo y se asocian a un factor estresante intenso que actúa como desencadenante. Este episodio puede ser temporal o con recaídas.

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Las personas afectadas no están inventando los síntomas, éstos son reales y debilitantes mientras dura el episodio. Se piensa que los síntomas físicos que se producen son un intento del organismo de resolver un conflicto psicológico, como puede ser una experiencia traumática o estresante.

Cómo se trata

La mayoría de las personas que acuden a un centro sanitario con algunos de estos síntomas, no encuentran evidencia diagnóstica tras realizarse pruebas. Cuando los síntomas no se justifican por la presencia de otro tipo de alteración o afección, es cuando hay que buscar otro tipo de causa.

El sistema nervioso es el centro de control que regula la mayoría de las de las actividades de nuestro organismo, desde el reflejo más simple hasta las acciones más complejas que realizamos (pensar, crear, etc.), nos protege de las agresiones externas, pero también de las internas y en este sentido, un factor estresante emocionalmente hablando, puede desencadenar una enfermedad física.

La terapia cognitivo-conductual, el entender cuál es el desencadenante de la enfermedad para que la persona sea consciente de lo que le sucede, y trabajar para eliminar la tensión o estrés, son las herramientas más eficaces para eliminar los problemas que conlleva este trastorno.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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