Las fobias (del griego Fobos, Φόϐος, en la mitología griega, la personificación del horror) son una reacción de miedo desproporcionado ante la presentación o anticipación de estímulos o situaciones concretas. Mientras que el miedo es una respuesta innata y adaptativa, ante un peligro real, la fobia es aprendida normalmente a raíz de algún acontecimiento pasado, sin que el objeto causante del miedo suponga un peligro real.
Descubre cómo te puede ayudar nuestra terapia para las fobias
Índice
Síntomas
Estas son algunas de las características indicativas de miedo fóbico:
- La reacción de miedo es desproporcionada con relación al peligro que el estímulo en concreto puede desencadenar
- Aún cuando la persona es consciente de que no se trata de un peligro real, no puede controlar su reacción.
- La persona tiende a evitar el estímulo o situación temida.
- El miedo persiste a lo largo del tiempo.
- La respuesta no es específica de una determinada edad.
Mientras que el miedo es una respuesta innata y adaptativa, ante un peligro real, la fobia es aprendida
Otros síntomas más importantes:
- Síntomas fisiológicos: Aumento de la actividad del sistema nervioso autónomo con un aumento de la tasa cardíaca y respiratoria, sudoración, boca seca, nudo en el estómago, náuseas, diarrea, elevación de la presión arterial, hormigueo en las extremidades, mareo, vértigo…
- Síntomas psicológicos: Se dan numerosos pensamientos o creencias sobre la situación o estímulo temido y sobre la capacidad para afrontarlo. Hacer interpretaciones subjetivas sobre cómo son sus reacciones fisiológicas, junto con la aparición de imágenes negativas sobre lo que le puede ocurrir.
- Síntomas conductuales: Huir del estímulo o situación temida. Evitar ir a lugares o contextos donde el causante del miedo pueda aparecer la persona aquejada de este tipo de fobia va reduciendo el número de lugares por los que solía moverse, evitando sentir el malestar que le provocan.
Las fobias específicas
También denominadas fobias simples. Debido a la especificidad del estímulo o situación que las provoca, se pueden agrupar en cuatro subtipos
- a) Tipo animal;
- b) Tipo ambiental;
- c) Tipo sangre-inyecciones-daño
- d) Tipo situacional.
Las primeras o de tipo animal, se refieren a una amplia gama de especies, que pueden causarle un temor extremo al niño o adolescente, como pueden ser los perros o gatos, ciertos tipos de insectos o de reptiles, gusanos, etc.
Las segundas deben su nombre (ambiental), a todo el espectro de fenómenos meteorológicos como pueden ser los rayos y tormentas, estar en alturas, etc. que son los elicitadores de esa respuesta de ansiedad más o menos intensa.
Las terceras o fobias de tipo situacional, como su propio nombre indica, toman la forma de un temor desproporcionado e irracional a estímulos tales como los túneles, puentes, ascensores, autobuses, quedarse solo, la oscuridad, etc.
Las cuartas o fobias de tipo sangre-inyección-daño sugieren un miedo o temor excesivos a objetos, material y procedimientos quirúrgicos (invasivos o no): dentistas, ginecólogos, hospitales; visión de sangre o heridas (hematofobia), etc.
Algunas fobias simples características son:
- A animales o insectos: arañas, pájaros, ratones…
- A estímulos relacionados con la enfermedad: sangre, inyecciones, heridas, dolor…
- A transportes públicos: avión, metro, túneles, puentes, coches…
Existen también fobias simples relacionadas con el miedo al ahogamiento, al vómito, al contagio de enfermedades, al polvo, etc. A consecuencia de esto sus relaciones sociales, hobbies, trabajo, etc., también se ven reducidos. Esto implica que sea muy fácil caer en una depresión y desarrollar un bajo autoconcepto. A continuación algunas que son características.
- Te recomendamos: 12 claves para elegir correctamente a tu psicólogo
Agorafobia
Se trata del miedo a espacios abiertos, a salir de casa o de lugares reconocidos como seguros, sin estar acompañado/a. La permanencia en espacios amplios donde hay tumulto, o donde no se encuentra una salida fácil o a la vista, desencadena el miedo. De este modo, la persona con agorafobia comienza a dar las consecuentes respuestas de evitación, al medio que considera amenazante, agudizando los síntomas, por lo que es muy importante un tratamiento de exposición progresiva y des-aprendizaje de la ansiedad.
Fobia social
Cierto grado de ansiedad en reuniones sociales es normal e incluso adaptativo, al favorecer unas relaciones adecuadas en función del contexto. Cuando esta ansiedad es excesiva y se mantiene durante todo el tiempo e incluso después de la interacción social, hablamos de fobia social. La fobia social dificulta y limita las relaciones con los demás. La persona que la padece se siente observada y juzgada por los demás, y tiene miedo a hacer o decir algo que le ponga en ridículo. Por lo general, la persona con fobia social es consciente de que su miedo es irracional, pero aún así intenta evitar las situaciones de carácter social o las afronta con mucha ansiedad, escapando antes o después con cualquier excusa.
Los síntomas físicos son los mismos que en cualquier otra fobia, incluyendo la tendencia a ponerse colorado y a que la sudoración sea mayor en las manos. La respuesta conductual suele ser permanecer callado, no mirar a los ojos o evitar las miradas y como decíamos al principio huir de la situación y/o personas temidas. Suele acompañarse de una baja autoestima, que a veces viene dada por un acontecimiento concreto (una ruptura amorosa, haberse sentido violento o en ridículo en una situación social…). En otros casos la fobia se va generalizando poco a poco sin saber con exactitud las causas. Un tratamiento adecuado evita su agravamiento y que ésta se vaya «desaprendiendo», con el fin de que las relaciones con los demás se vivan como algo enriquecedor y la vida cotidiana de la persona no se vea limitada.
- Te recomendamos: Los componentes de la autoestima y las claves para mejorarla
Fobia a tragar
La fobia a tragar (o a atragantarse) se caracteriza por miedo a atragantarse al ingerir comida, líquidos o pastillas, a veces tras un episodio de atragantamiento.