Niño teniendo una rabieta infantil mientras un adulto trata de calmarlo

Rabietas infantiles: Cómo entenderlas y gestionarlas con éxito

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Durante la infancia, es común que el niño muestre las típicas “rabietas”; explosiones de tipo emocional que implican una conducta desafiante y disruptiva. Las rabietas incluyen desde llantos y gritos hasta pataleos y/o conductas agresivas. Lo que debemos tener presente es que, muy a menudo, este comportamiento constituye la respuesta del niño al sentimiento de frustración, a la incapacidad de comunicar sus necesidades o deseos y/o a una falta de control de su entorno inmediato. Veámoslo a continuación con más detalle.

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¿Qué son las rabietas infantiles?

Empecemos comprendiendo el concepto de rabietas infantiles. Estas son un fenómeno relativamente habitual durante toda la etapa de la infancia, y que se caracteriza por un comportamiento disruptivo por parte del niño o la niña ante una situación que considera injusta; fundamentalmente, protesta intensamente a través de los gritos y/o los llantos, y a veces también moviéndose de una manera que resulte poco adecuada teniendo en cuenta el contexto (por ejemplo, tirándose al suelo en mitad de la calle mientras se va hacia la escuela con el padre).

Dicha clase de patrones de comportamiento puede ser entendida como un intento por sabotear lo que los mayores de la casa esperan del niño en un determinado momento: se trata de una manera radical de protestar asegurándose de que lo que hacen genera malestar en los adultos. Los pequeños tienen una comprensión limitada e las complejidades de la vida, pero enseguida notan que hay determinadas maneras de expresar las emociones que les permiten captar la atención y tener algo con lo que negociar para hacer que se cumplan sus demandas. Pero veamos más en detalle las causas de este fenómeno, que suelen ser varias y estar combinadas.

¿Por qué ocurren las rabietas infantiles?

Las principales causas de las rabietas infantiles son las siguientes.

1. Falta de habilidades para la regulación emociona

Los niños aún están aprendiendo a regular sus emociones y a enfrentar nuevas situaciones que pueden resultar abrumadoras. En esta etapa, su capacidad de autocontrol es limitada, lo que hace que la frustración se exprese de manera impulsiva.

2. Falta de habilidades de comunicación

En muchas ocasiones, los niños no tienen el vocabulario necesario para expresar sus emociones o necesidades, lo que genera frustración y desencadena una rabieta.

3. Cansancio o sobrecarga sensorial

Los cambios en la rutina, el hambre, la falta de sueño o un ambiente con demasiados estímulos pueden aumentar la irritabilidad del niño y hacer que tenga menos control sobre sus emociones.

4. Necesidad de autonomía

A medida que los niños crecen, buscan mayor independencia. Cuando sienten que no pueden hacer algo por sí mismos o que se les impone una norma que no comprenden, pueden reaccionar con una rabieta.

5. Posibles dificultades en el neurodesarrollo

Aunque en la mayoría de los casos las rabietas forman parte del desarrollo normal, en algunos niños pueden estar asociadas con condiciones como el TDAH o trastornos del procesamiento sensorial, lo que hace que la gestión de la frustración sea más compleja.

Cómo gestionar las rabietas infantiles de manera efectiva

A continuación, encontrarás diversos consejos para gestionar las rabietas infantiles durante la crianza. Sin embargo, ten presente que cada niño es único y tiene su propio contexto, por lo que no todos los consejos pueden serte igual de útiles. Si lo necesitas, acude a un profesional para que pueda orientarte adecuadamente en tu situación concreta, especialmente si estas explosiones se hacen más frecuentes o se vuelven más intensas.

1. Mantén la calma

Tan fácil de decir y tan difícil de hacer. Sin embargo, es crucial en el proceso de gestión de las rabietas infantiles. Los niños son especialmente receptivos a las energías de quienes les rodean; por tanto, la calma emitida por sus cuidadores les brinda un modelo de conducta emocional, además de suavizar la explosión del momento.

Sabemos que es sumamente complicado mantener esta calma cuando tu hijo/a está en plena rabieta; no obstante, es fundamental intentarlo. Respira profundamente, cuenta hasta diez y recuerda que lo que está haciendo el pequeño es normal en su etapa de desarrollo. Por otro lado, las técnicas de gestión del estrés (practicadas cuando no se producen las rabietas) pueden ayudarte a mejorar tu habilidad para inducirte calma en el momento en cuestión.

2. Valida sus emociones

Si entendemos cuál es la causa que genera las rabietas podremos abordarlas de forma mucho más efectiva. Tal y como hemos comentado, estas causas pueden ser muy variadas: el cansancio, la frustración o el sentimiento de estar abrumados son generadores comunes de rabietas en los niños.

Observa atentamente el entorno del niño/a y pon atención a lo que ha sucedido inmediatamente antes de la explosión emocional. Presta mucha atención a las señales de tipo emocional y verbal del infante, pues pueden ayudarte a comprender el porqué de la rabieta y cuáles son, por tanto, las necesidades que no están satisfechas. Si entendemos qué causa la rabieta podremos contestar a ella de forma efectiva y mucho más empática.

3. Establece límites con firmeza y empatía

La comprensión y la empatía hacia el niño/a no están reñidas con el establecimiento de límites. De hecho, estos son fundamentales, puesto que ayudan al pequeño a entender qué conductas son aceptables y cuáles no. En otras palabras, los límites claros, expresados con un lenguaje accesible, brindan seguridad y estructura, y esto ayuda a nuestros hijos/as a sentirse más seguros y, por tanto, a aprender a controlar mejor sus emociones.

Para establecer límites no hay que mostrarse autoritario, pero sí firme a la vez que comprensivo. Debemos comunicar al niño/a cuáles son las consecuencias de su conducta y, sobre todo, ser coherente en nuestras explicaciones. Todo ello contribuirá a que el infante aprenda que las reglas hay que respetarlas y le ayudará a autorregularse.

4. Usa la distracción de manera estratégica

Las distracciones en plena rabieta pueden ayudar al niño a que su atención se desvíe y, por tanto, a que se calme. Las alternativas adecuadas y limitadas permiten al infante sentirse autónomo y, por tanto, su explosión emocional se reduce.

Un ejemplo práctico es ofrecerle una actividad que sabemos que le calma, como dibujar o leer un cuento, en el caso de que al niño le gusten estas actividades. La distracción debe adaptarse al carácter y a los gustos del niño; de otro modo, no conseguiremos captar su atención.

Por otro lado, es importante tener presente que estas distracciones no pueden ser utilizadas para invalidar lo que el niño siente, sino como una técnica para ayudarlo en la gestión de sus emociones.

5. Enséñale habilidades de comunicación y autorregulación

La comunicación honesta y abierta es fundamental para ayudar al niño/a a gestionar su emocionalidad. Es necesario que sienta que puede expresarse de forma segura y sin recibir juicio alguno a cambio, pues esto validará sus emociones y le dará seguridad emocional.

Es igualmente recomendable enseñarle palabras que puedan describir lo que siente, para que pueda comunicar cuáles son sus necesidades de forma efectiva. De este modo se reduce la frecuencia (y la intensidad) de las explosiones emocionales. Además, todo ello fortalece el vínculo existente entre el niño/a y su cuidador, lo que facilita una atmósfera de comprensión y confianza mutua.

6. Cuida tu propio bienestar

Gestionar rabietas de manera frecuente puede ser agotador. Es fundamental que los cuidadores también se cuiden a sí mismos, tomándose momentos de descanso y buscando apoyo emocional.

7. No castigues de manera sistemática

A no ser que a través de su berrinche esté incumpliendo alguna de las normas que habías fijado (las cuales deben estar muy claras), no castigues al pequeño; pon el foco más bien en hacer que regrese a un estado de calma, dirigiendo su atención hacia un estímulo o una actividad que pueda “tirar” de su foco atencional.

En vez de asumir que te está chantajeando a través de una estrategia 100% guiada por su voluntad y por su pensamiento estratégico, ten en cuenta que la rabieta también es algo de lo que le cuesta salir una vez ha empezado, así que ayúdale a romper con esa dinámica de protestas y e insatisfacción.

8. Busca ayuda profesional si es necesario

En psicoterapia podrás disponer de la atención personalizada de expertos en terapia infantil, quienes podrán ayudar al pequeño a gestionar sus emociones.

En conclusión…

Para concluir, podemos decir que la gestión de las rabietas infantiles durante la crianza implica grandes dosis de comprensión, autocuidado y, sobre todo, de paciencia. Entre otras cosas, lo mejor que podemos hacer es mantener un estado de calma ante la explosión del niño, intentar comprender qué factores están detrás de la rabieta y establecer límites, expresados de manera que el infante pueda entender y sin recurrir a la violencia verbal o al enfado, pero sí a la firmeza y a la comprensión.

Por otro lado, ofrecer al pequeño alternativas para distraer su atención y el fomento de la comunicación sincera entre cuidador y niño también son acciones altamente aconsejables para ayudar efectivamente a nuestros hijos/as a gestionar su emocionalidad.

¿Te cuesta manejar las rabietas de tu hijo/a y necesitas ayuda profesional?

Si este artículo te ha ayudado a comprender por qué ocurren las rabietas infantiles, pero sientes que te resulta difícil gestionarlas en tu día a día, contar con apoyo profesional puede marcar la diferencia en la crianza.

En Avance Psicólogos, colaboramos con un equipo de especialistas en psicología infantil y crianza respetuosa, listos para ayudarte a entender mejor las emociones de tu hijo/a y brindarte herramientas eficaces para manejar estas situaciones con calma y seguridad.

A través de un enfoque personalizado, te ofrecemos estrategias para fortalecer la comunicación, establecer límites de manera firme pero afectuosa y fomentar un ambiente de crianza más armonioso.

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Referencias bibliográficas:

Aron, A.R.; Poldrack, R.A. (2005). The Cognitive Neuroscience of Response Inhibition: Relevance for Genetic Research in Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder. Biological Psychiatry. 57 (11): 1285 – 1292.

Johnson, M.H. (2001). Functional brain development in humans. Nature Reviews Neuroscience. 2 (7): 475 – 483.

Brown, T.E. (2006). Executive Functions and Attention Deficit Hyperactivity Disorder: Implications of two conflicting views». International Journal of Disability, Development and Education, 53(1): pp. 35 – 46.

Daruna, J.H.; Barnes, P.A. (1993). A neurodevelopmental view of impulsivity. En McCown, William George; Johnson, Judith L.; Shure, Myrna B. (eds.). The Impulsive Client: Theory, Research, and Treatment. Washington, DC: American Psychological Association.

Magaz Lago, A., y García Pérez, E. Manuel. (2011). Perfil de Estilos Educativos, PEE. Grupo ALBOR-COHS, Madrid.

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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