La memoria es el pilar de nuestra identidad, el mecanismo que nos permite recordar quiénes somos y aprender de nuestras experiencias. Sin embargo, no es un sistema perfecto. Aunque a veces funciona con precisión, otras nos engaña, almacenando datos irrelevantes y olvidando lo que realmente necesitamos recordar.
Lejos de ser un simple archivo de datos, la memoria es un proceso dinámico y flexible, moldeado por nuestras emociones, creencias y circunstancias. Esta característica nos ayuda a adaptarnos, pero también nos hace propensos a errores y distorsiones que pueden alterar la forma en que recordamos el pasado.
Índice
¿Qué es la memoria?
La memoria es la capacidad que tenemos de adquirir, almacenar y recuperar la información de lo que somos, de nuestras experiencias y de nuestras vivencias. Son fuente esencial de lo que somos y de cómo entendemos y nos desenvolvemos en el mundo, y aunque funciona como un ordenador, la neuropsicología nos dice que la memoria no es unitaria, sino que se compone de sistemas interconectados y con diferentes propósitos.
Es por esto por lo que a veces nos juega malas pasadas y guarda la información que no necesitamos y olvida aquello que queremos recordar.
Para recuperar la información extraemos los recuerdos, que es la información de algo que hemos aprendido y vivido. Y es en este punto donde está implícita la emoción. El estado de ánimo y el recuerdo influyen enormemente, porque recordamos mejor aquello que se relaciona con sucesos emocionalmente significativos (recuerdos vividos) y esto también hace que nuestra memoria cometa errores o distorsiones.
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¿Por qué recordamos lo que queremos recordar?
Si la memoria es el gran archivo de nuestra vida, ¿por qué a veces nos juega malas pasadas? La respuesta radica en la influencia de distintos factores:
- Emociones: Los recuerdos vinculados a eventos emocionalmente significativos se graban con mayor intensidad. Por eso, recordamos bien el primer amor o un momento traumático, pero olvidamos lo que comimos hace dos días.
- Atención: Si en el momento de recibir la información estamos distraídos o saturados, es probable que el recuerdo no se consolide adecuadamente.
- Repetición: Cuanto más revivimos un recuerdo, más fuerte se vuelve. Sin embargo, esto también puede provocar modificaciones involuntarias.
- Estrés: El exceso de estrés afecta la capacidad de concentración y almacenamiento de recuerdos, dificultando su recuperación cuando más los necesitamos.
Curiosamente, aunque a veces olvidamos información importante, nuestra memoria también puede retener datos irrelevantes. Este fenómeno se debe a que el cerebro prioriza lo que considera útil en cada momento.
Como dijo Albert Einstein:
“El aprendizaje es experiencia; todo lo demás es información.”
Nuestra memoria no es un simple registro de lo vivido, sino una interpretación subjetiva que cambia con el tiempo. En este proceso, pueden surgir distorsiones que nos lleven a recordar cosas de manera inexacta. A continuación, exploraremos los principales errores de la memoria y cómo afectan nuestra percepción de la realidad.
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Distorsiones de la memoria: ¿por qué recordamos cosas que no ocurrieron?
Nuestro cerebro no es un testigo objetivo. Muchas veces, sin darnos cuenta, alteramos recuerdos o los mezclamos con información nueva, dando lugar a percepciones erróneas. El psicólogo Daniel Schacter identificó una serie de distorsiones comunes en la memoria, que afectan nuestra forma de recordar el pasado.
1. Omisiones por bloqueo: el fenómeno de la punta de la lengua
Son los olvidos puntuales de algo concreto, cuando la persona dice ¡Lo tengo en la punta de la lengua! Cuando buscamos la información y no la encontramos, nos ponemos nerviosos y entonces analizamos peor. Para este tipo de olvidos lo mejor es buscar estrategias de reconstrucción de los sucesos. La frustración y el estrés no son los mejores aliados.
2. Atribución errónea: recuerdos prestados
Atribuimos un recuerdo a una fuente equivocada, recordando cosas que no han sucedido por lo que lo asociamos con otras ideas situándolo en un contexto equivocado. Por ejemplo: No sé cuando, pero he estado allí. Una forma de ello es la criptomnesia, atribuirse a uno mismo experiencias que en realidad proceden de otras personas y que reproducimos e interiorizamos como nuestras porque lo hemos visto muchas veces.
3. Sugestibilidad: cuando la memoria es influenciable
Es la tendencia a incorporar información engañosa procedente de otras personas, imágenes o medios de comunicación. Nuestra mente se puede sugestionar por agentes externos haciéndonos creer que son hechos que han ocurrido realmente cuando no lo son. Se produce por estrés emocional, por presión social o desconfianza en la memoria. Para evitarlo lo mejor es confiar en la propia memoria y evitar incorporar información de otras fuentes.
4. Propensión: recuerdos moldeados por nuestras creencias
A veces reelaboramos nuestros recuerdos para que encajen con las necesidades y opiniones del momento. Nuestra mente es capaz de colorear nuestros recuerdos con nuestra propia personalidad haciendo que un hecho del pasado sea distinto.
Cuando recordamos filtramos usando nuestra propia biografía desde el momento en que se produjo la situación que se trate. El sesgo, que es una herramienta muy potente, puede falsear nuestros recuerdos y se produce por estereotipos o teorías que tenemos acerca de nosotros mismos, confundiendo lo que somos con lo que hacemos. Para luchar contra ello es importante ser realistas e identificar las posibles fuentes de nuestras creencias sobre el pasado y el presente.
5. Persistencia: cuando el pasado no nos deja avanzar
Consiste en perpetuar los recuerdos dolorosos porque están ligados a nuestra vida emocional, impidiendo tener una visión positiva. Se trata de ua constante revisión de algo que hemos vivido y que querríamos modificar en el presente: la muerte de un ser querido, rechazo de una persona importante para nosotros o un fracaso en los estudios. La mejor manera de tratar la persistencia es afrontar estos recuerdos.
6. Distraibilidad: el arte de olvidar por exceso de estímulos
Se produce cuando estamos preocupados por otros asuntos y no estamos atentos a lo que sucede. Se produce una atención dividida y esto hace que no podamos recordar lo que nos interesa. Para ello, hay que desocupar la memoria y recurrir a ayuda externa en el momento que se necesite y confiar en uno mismo.
Claves para fortalecer nuestros recuerdos
La memoria es un recurso valioso que debemos cuidar y potenciar. Aquí algunos consejos para mantenerla en óptimas condiciones:
- Ejercita tu mente: Juegos de lógica, lectura y aprendizaje de nuevas habilidades pueden fortalecer la memoria.
- Duerme bien: Durante el sueño , el cerebro consolida los recuerdos, por lo que es fundamental descansar lo suficiente.
- Gestiona el estrés: La meditación y el ejercicio físico ayudan a reducir el impacto del estrés en la memoria.
- Lleva un diario: Escribir sobre eventos importantes facilita su consolidación en la memoria a largo plazo.
- Confía en tu memoria: Evita depender demasiado de notas o dispositivos electrónicos para recordar todo.
¿Sientes que tus recuerdos te juegan malas pasadas?
Si este artículo te ha ayudado a comprender cómo funcionan las distorsiones de la memoria y sientes que estos errores están afectando tu bienestar, buscar apoyo profesional puede ser el primer paso para recuperar el control sobre tus recuerdos y emociones.
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Referencias bibliográfcas:
Schacter, D: Los siete pecados de la memoria, Ariel, 2007.
Kandel, E.: En busca de la memoria. El nacimiento de una nueva ciencia de la mente, 2007.