Responsabilidad afectiva: ¿Qué es, cómo usarla y cultivarla?

¿Qué es la responsabilidad afectiva? Definición, ejemplos y su impacto en la psicología

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La responsabilidad afectiva, el tema de este post me parece básico para el desarrollo humano. Está compuesto por dos palabras que tienen un gran peso moral, emocional y mental. La primera de ellas es la responsabilidad y la segunda afectiva. Estas dos palabras para mí engloban la base de toda sociedad sana. Es más diría que son uno de los indicativos de salud en la sociedad, creo que es la asignatura pendiente que llevamos arrastrando mucho tiempo.

La responsabilidad nos la solemos tomar como una carga, ya que nos han educado en ello. La afectividad  la evitamos para no sentirnos vulnerables. Ésta mezcla hace que no seamos muy conscientes de lo que nos ocurre y por tanto, tampoco de poder comunicarlo a las personas con las que nos relacionamos, así como de entender lo que le ocurre a los demás.

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

En la introducción he indicado brevemente por dónde van los tiros con este tema tan importante. La responsabilidad afectiva consiste en hacernos cargo de forma individual de nuestros sentimientos, necesidades y deseos, así como también poder comunicarlo a las personas con las que nos relacionamos. Además también consiste en poder atender y escuchar de qué manera afectan nuestros sentimientos y acciones a las demás personas. La parte más importante de la responsabilidad afectiva es la que tiene que ver con nosotros mismos. Hacernos cargo de nuestros sentimientos significa primero darnos cuenta de qué es lo que estamos sintiendo, segundo poder ponerle nombre a lo que sentimos y tercero ver que necesitamos hacer para gestionar ese sentimiento. Esto dicho así, parece algo sencillo pero la realidad es que no nos han enseñado a ello y en consulta cada día me encuentro con que las personas se sienten muy perdidas en darse cuenta de lo que sienten.

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Aunque no nos hayan educado en ello, no es imposible poder aprenderlo. Requiere de un trabajo personal el cual consiste en centrarnos en nosotros mismos, escucharnos y ver que nos sucede en diferentes situaciones.

Ejemplos de responsabilidad afectiva en la vida cotidiana

A continuación veremos algunos ejemplos de cómo la responsabilidad afectiva:

1. En las relaciones de pareja

Ejemplo: Expresar nuestras necesidades sin culpar al otro.
En lugar de decir: “Nunca me prestas atención”, podemos decir: “Me gustaría que pasemos más tiempo juntos porque me hace sentir bien”.

2. En la amistad

Ejemplo: Asegurarnos de que nuestros amigos también se sientan escuchados y comprendidos.
Si un amigo está pasando por un mal momento, en lugar de dar consejos automáticos, es mejor decir: “Estoy aquí para escucharte, cuéntame qué necesitas”.

3. En el trabajo

Ejemplo: Respetar los sentimientos de los compañeros y comunicarnos con claridad.
Si necesitamos modificar un acuerdo, en lugar de decir: “No puedo hacerlo, busca otra solución”, podemos expresar: “Me gustaría ayudarte, pero en este momento no puedo. ¿Cómo podemos encontrar otra alternativa?”

Cómo cultivar la responsabilidad afectiva paso a paso

La responsabilidad afectiva quizás suena como algo que tiene mucho peso, pero la realidad es que si la trabajas te ayuda a la relación con los demás y contigo misma. A continuación te voy a dar unas guías que creo que pueden ayudarte a saber por dónde empezar. No obstante esto no deja de ser algo teórico e introductorio que deberás trabajar y poner en práctica en tu día a día.

1. Darnos cuenta de lo que sentimos

Este es el primer paso para poder cultivar nuestra responsabilidad afectiva. Si no sabemos identificar qué sentimos, se hace imposible poder transmitirlo, poder hacernos cargo de esto y poder pedir a la otra persona lo que necesitamos. Además de todo ello, que es algo más individual, sino nos damos cuenta de lo que sentimos, tampoco podemos identificar lo que le pueda pasar a la otra persona, y por lo tanto no vamos a estar disponibles emocionalmente para ella. La responsabilidad afectiva es con nosotros mismos así como con la persona o personas con las que nos relacionamos.

2. Sostener nuestras emociones sin reaccionar impulsivamente

Este término de “sostener” es bastante importante en el proceso para cultivar la responsabilidad afectiva. Con ello me refiero a que además de darnos cuenta de lo que sentimos, el siguiente paso es hacernos cargo de aquello que hemos identificado. Hacerse cargo no es más que responsabilizarse de lo que uno siente y ver que necesita hacer con ello.

Por ejemplo, nos enfadamos con nuestra pareja, lo primero es saber que lo que sentimos es rabia y después ver que necesitamos hacer para que esa rabia se pase. Aquí hay varias salidas, puede que ser que lo que uno elija sea hablar con la pareja, puede que otro elija desahogarse gritando o golpeando algún objeto y otra persona puede decidir salir a dar un paseo o tomarse un tiempo a solas para ver que le está pasando. Todo ello es sostener lo que estás sintiendo en ese momento.

3. Mejorar la comunicación en nuestras relaciones

Hemos comenzado por darnos cuenta, después por hacer algo con ello, y ahora toca poder hablar y explicar a las personas con las que nos relacionamos. La comunicación es muy importante ya que permitimos que las otras personas sepan lo que nos está pasando, hacerles entender dónde estamos y poder pedirles lo que necesitemos. De esta manera, la otra persona puede decidir que quiere hacer con respecto a nosotros y así poder entablar una relación.

Si no somos capaces de comunicarnos, lo que ocurre es que la otra persona no se entera de lo que nos pasa, pero nosotros experimentamos cambios conductuales debido a lo que sentimos, por lo que el otro ve que nos pasa algo. Esto genera mucha confusión y generalmente malentendidos, en los que el otro se ha hecho una idea de lo que nos puede pasar, y se relaciona con nosotros en base a ese imaginario.

4. Usar nuestra creatividad

Me parece importante dejar claro este punto, ya que en mi práctica clínica, me suelo encontrar que las personas vamos con una visión de nosotras mismas bastante negativa. Esto quiere decir, que muchas veces estamos tan absortos y centrados en el problema que nos olvidamos de los recursos personales que tenemos. Con creatividad me quiero referir a que busquéis formas que os sirvan para identificar sentimientos, para pedir ayuda a las personas que os rodean y para poder comunicaros y entender a las otras personas.

Solemos tener más recursos de los que pensamos, solo necesitamos parar para poder darnos cuenta de los mismos y llevarlos a la práctica. Para cultivar nuestra responsabilidad afectiva nosotras mismas somos el mejor recurso que tenemos.

5. Practicar la empatía

No puede haber responsabilidad afectiva si no somos capaces de tener en cuenta los sentimientos de los demás. Esto es básico, realmente la empatía está como base de todo lo que tiene ver con lo emocional. Como seres sociales que somos, necesitamos de la relación y por ello no podemos dejar de tener en cuenta al otro, de otra manera nos quedaremos solas.

Por ello la responsabilidad afectiva, no tiene que ver solo con uno mismo, sino también con poder entender y tener en cuenta lo que sienten las personas con las que nos relacionamos.

6. Dejar a un lado el orgullo

Qué difícil este punto, tanto de explicar para que entendáis a lo que me quiero referir, como de llevar a cabo. El orgullo es algo inevitable que todas las personas en algún momento sentimos, es nuestro ego más profundo. El punto importante, es poder darnos cuenta de cuando estamos actuando desde ese ego para intentar dejarlo a un lado y estar presentes con nosotras mismas y con el otro.

Como decía antes en el punto de escuchar, yo no puedo escuchar de forma activa si no dejo de lado mis cosas, mi ego, mi experiencia…para únicamente estar en lo que la otra persona me está contando. Si nos movemos desde el orgullo, lo único que conseguimos es hacernos daño a nosotras mismas y a los demás.

7. Liberarnos de juicios

Este punto va estrechamente ligado con el anterior, generalmente nuestro ego se agarra a aquellas ideas rígidas, que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida y que a veces dirigen nuestra conducta. Liberarnos de juicios, significa poder abrir la mente, dejar espacio para poder aprender otras cosas, permitirnos escuchar para después ver si las queremos o no.

 Cuando no estamos en el juicio, nos abrimos a las otras personas y a nosotras mismas con curiosidad y dejándonos llevar por ver que sentimientos nos afloran. Esto me parece muy importante para poder cultivar y usar la responsabilidad afectiva, ya que si nos liberamos de los juicios, podemos ver con más claridad que sentimos y nos permite también entender, escuchar y acoger a los demás.

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Si al leer este artículo te has dado cuenta de que la responsabilidad afectiva es un desafío para ti y sientes que esto afecta tus relaciones personales o tu bienestar emocional, es momento de dar el primer paso hacia el cambio.

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Referencias bibliográficas:

Goleman D. Kairós (2007). Inteligencia emocional

Peñarubia P. Alianza Editorial (2008). Terapia Gestalt

Aguiló A. Palabra (2019). Educar los sentimientos: Inteligencia emocional y equilibrio afectivo

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autora del artículo

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Por Laura Palomares Pérez

PSICÓLOGA - SEXÓLOGA COLEGIADA M-15270

Laura Palomares (Madrid, 1973) se licenció en Psicología en la por la UAM, funda y forma parte de Avance Psicólogos desde el año 1999. Amplía su formación en los siguientes ámbitos de la psicología: Título de Formadora en Sexología por el Instituto de Ciencias Sexológicas (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henarés. Master en Sexología por el Instituto de Sexología de Madrid (In.Ci.Sex) Universidad de Alcalá de Henares. Prácticum en la Sociedad Sexológica de Madrid-Fundación SEXPOL. Título de Especialista en Terapia Gestalt, por la Fundación Laureano Cuesta en la Universidad de Comillas. Especialista en Terapia de Pareja, por el Centro Psicológico Dr. De Francisco. Diploma en Técnicas de Integración Cerebral (TIC), por el Centro de Terapias de Avanzadas. Tras 25 años de experiencia como psicoterapeuta, ahora colabora como divulgadora para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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