Es probable que hayas visto referencias al llamado Síndrome de Asperger en películas y series como The Big Bang Theory o The Good Doctor. Los personajes que aparecen representados con estas características suelen ser retratados como genios con dificultades sociales, pero ¿es esto fiel a la realidad o se trata de pura ficción?
El Síndrome de Asperger forma parte de los Trastornos del Espectro Autista (TEA): un conjunto de alteraciones de la interacción social y de otros comportamientos que suelen empezar a manifestarse en las primeras etapas del desarrollo de la persona, habitualmente entre el año y medio y los tres años de edad.
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Índice
¿Qué es el Síndrome de Asperger? ¿cómo se diagnostica?
El Síndrome de Asperger fue descrito por primera vez en el año 1944 por el pediatra austriaco Hans Asperger, aunque los Trastornos del Espectro Autista ya habían comenzado a ser investigados por la psiquiatra infantil soviética Grunia Efímovna Sújareva en la década de 1920. El Síndrome de Aperger se incluyó en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) en su cuarta edición en 1994 dentro de la categoría de los Trastornos Generalizados del Desarrollo, junto con otros diagnósticos como el Síndrome de Rett o el Trastorno Desintegrativo Infantil y el propio autismo.
Desde la quinta y última edición del DSM en 2013 ya no existe el diagnóstico de Asperger sino que en una sola categoría. Sin embargo, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud sí sigue haciendo mención al Síndrome de Asperger dentro de los Trastornos del Espectro del Autismo. Vamos a ver qué relación tienen Asperger y autismo y cuáles son las particularidades del primero.
¿Cuáles son sus características del Síndrome de Asperger??
Puede resultar chocante para algunas personas el hecho de saber que el Síndrome de Asperger forma parte del espectro del autismo, dado que los estereotipos que nos llegan muestran a las personas con Asperger como “genios excéntricos” y a las personas con autismo como seres completamente inadaptados.
En este artículo nos gustaría ayudar a desmontar algunos de los mitos que existen en torno a estos trastornos, y por eso vamos a continuación a describir algunas de las características más comunes que pueden percibirse en las personas diagnosticadas con el Síndrome de Asperger.
1. Falta de empatía
Las personas con Síndrome de Asperger suelen tener dificultades a la hora de ponserse en el lugar de otra persona. Esto no quiere decir que sean crueles, pero sí que pueden tener problemas en situaciones que requieren identificar pensamientos y emociones ajenas. A esto se le conoce como “Teoría de la Mente”, la cual se puede testar con ejercicios como el siguiente:
<<Ana y Lucía están jugando a la pelota, cuando esta se escapa al otro lado de la valla. Mientras Lucía va a buscarla, Ana coge una tableta de chocolate de la cesta y la coloca bajo su sombrero para que no le dé el sol. Cuando Ana vuelva, ¿dónde buscará el chocolate?>> La mayoría de la gente contestará que en la cesta, ya que no ha visto a Lucía moverlo; sin embargo, las personas con Asperger y otros TEA dirán que bajo el sombrero (ya que no identifican que Lucía puede pensar algo diferente).
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2. Tendencia a la literalidad
Las personas con Síndrome de Asperger no tienen dificultades para adquirir el lenguaje, a diferencia de otras personas con diferentes diagnósticos del espectro del Autismo. Sin embargo, sí pueden experimentar ciertas dificultades en lo que respecta al uso de algunas expresiones como las metáforas o el sarcasmo.
Esto tiene que ver con la interpretación literal del lenguaje: si a una persona con Asperger le dijeras una típica frase como “te he explicado esto cien veces”, probablemente respondería algo como “no, me lo has explicado cinco veces”. Esto es sólo un ejemplo de dicha dificultad para comprender determinadas expresiones.
3. Dificultades en la interacción social
Una de las primeras señales de alarma que llevan a las familias a consultar en casos de TEA es la falta de reciprocidad a nivel social. Por ejemplo, llamar a un niño por su nombre y que no se gire, o que no mire a los ojos mientras le están hablando.
Esto, si bien no es tan acusado en las personas con Síndrome de Asperger, también ocasiona dificultades. Es habitual que muestren déficits en habilidades sociales (escucha, compartir intereses, comunicación no verbal) lo cual, unido a la ya mencionada ausencia de empatía, suele suponer un obstáculo importante en lo relativo a las relaciones sociales.
4. Habilidades intelectuales concretas
Aquí entra el mito de que todas las personas con Asperger son “superdotadas”. Aunque es cierto que existen casos de TEA denominados “de alto funcionamiento”, no es cierto que todas las personas con Síndrome de Asperger tengan altas capacidades. Suelen tener un cociente intelectual promedio, a diferencia de las personas con otros Trastornos del Espectro Autista que sí pueden tener alguna discapacidad intelectual.
Lo que sí es frecuente en las personas con Asperger es la facilidad con las habilidades lingüísticas (que no comunicativas, ahí está la diferencia). Es habitual que adquieran habilidades de lectura a edades muy tempranas y que desarrollen un lenguaje sofisticado, lo que lleva a perpetuar este estereotipo. A esto se suma el hecho de que, cuando encuentran algo que les interesa, pueden concentrarse mucho en ese tema en concreto y, por lo tanto, tener un gran dominio sobre ello. Pero cuando este no es el caso y el tema no les gusta pueden experimentar tanta dificultad para concentrarse que a veces incluso llegan a recibir diagnósticos erróneos de Trastorno por Déficit de Atención.
5. Intereses restringidos
Otro punto en común entre las personas con Asperger y otros Trastornos del Espectro Autista es el de los intereses específicos. Es común que las personas con este tipo de condición se interesen por temas muy concretos y que no siempre tienen que ver con los que gustan a la mayoría de las personas (lo cual es una dificultad añadida a la hora de socializar).
Por ejemplo, una persona con Síndrome de Asperger podría desarrollar un interés muy alto en el metro, pudiendo llegar a aprenderse el mapa completo de su ciudad con todas las paradas de cada una de las líneas.
6. Gusto por los rituales
Las personas con Síndrome de Asperger son frecuentemente descritas como “rígidas”. Es habitual que tengan costumbre de hacer las cosas de una determinada manera y que sufran mucho si se les cambia de repente: por ejemplo, si les gusta colocar sus juguetes de una manera muy concreta y se les cambia algún detalle.
Estos rituales, así como determinadas conductas repetitivas (por ejemplo, decir algunas palabras o hacer gestos estereotipados en determinadas situaciones) muchas veces son fuente de conflicto ya que la rigidez a la hora de mantener estas costumbres puede interferir con mucho en el desarrollo del día a día, y por eso la flexibilización suele ser un eje central de los tratamientos.
7. Percepción sensorial aguda
Las personas con Trastorno del Espectro Autista en general y las personas con Síndrome de Asperger en particular pueden ser especialmente sensibles a determinados estímulos, especialmente visuales y auditivos. Esto puede ser una ventaja en algunas tareas (suele darse en aquellas que les gustan, por la habilidad que ya hemos mencionado para concentrarse en sus ámbitos de interés), pero también puede ser fuente de estrés.
Algunas investigaciones han descrito también ciertos déficit en otras áreas sensoriales como la propiocepción, lo cual puede llevar a algunas personas a mostrar menores habilidades físicas. Además de esto también se han encontrado dificultades en otras áreas, como el sueño.
¿Existe un tratamiento para el Síndrome de Asperger?
Cuando llega un diagnóstico como el del Síndrome de Asperger, lo primero que se preguntan muchas familias es si tiene solución, si existe una “cura”. Lo cierto es que los Trastornos del Espectro Autista son condiciones con las que las personas conviven durante toda su vida y por eso requieren un trabajo constante. Existen tratamientos farmacológicos orientados a mitigar algunos síntomas, y tanto la terapia ocupacional como la terapia psicológica (por ejemplo, el Análisis Funcional Aplicado y el entrenamiento en habilidades sociales) pueden fomentar importantes cambios.
Por otra parte, existe cada vez más activismo social por la despatologización y la no discriminación de las personas con espectro autista; estos movimientos apuestan por tratar la neurodiversidad como una muestra más de la variabilidad humana y centrarse en la inclusión de las personas neurodivergentes a nivel social.
¿Qué puedo hacer si necesito ayuda?
Los Trastornos del Espectro Autista pueden requerir mucho trabajo para la propia persona que los experimenta, así como para sus familiares y otras personas del entorno cercano. Por eso suele ser muy importante el trabajo multidisciplinar: educadores, activistas, profesionales de la salud mental, etc. hemos de trabajar de manera conjunta para mejorar la calidad de vida de las personas neurodivergentes.
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