Los juicios que las personas formulamos sobre la salud mental y el bienestar emocional de los otros suelen basarse en indicadores generales que, sin embargo, no siempre corresponden con la realidad. Por ejemplo, si un conocido ha sido padre o madre recientemente y esa ha sido siempre su gran aspiración, deduciremos que ha de ser feliz por fuerza. Cómo no va a serlo, nos diremos, si ha conseguido sus objetivos vitales. ¿O no?
Pues no, no siempre es así. Las personas que han conseguido sus objetivos a veces manifiestan depresión; es más, el trastorno depresivo constituye un problema que muy a menudo es silencioso y que en ocasiones requiere la intervención de ayuda psicológica especializada en depresión. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué tenemos depresión aún cuando hemos conseguido nuestros objetivos vitales? En este artículo intentamos responder a esta pregunta.
Índice
¿Por qué tengo depresión si he conseguido mis objetivos vitales?
Es bastante más común de lo que pensamos: tras una apariencia de satisfacción y bienestar psicológico, puede ocultarse una depresión que cursa de forma silenciosa. Veamos por qué sucede esto, aún cuando hayamos conseguido lo que deseábamos en la vida.
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La diferencia entre depresión y tristeza
Antes que nada, es importante que sepamos distinguir la depresión de la tristeza, porque no es lo mismo. Es frecuente que la gente sustituya el “sentirse triste” con “estar deprimido”, lo que identifica depresión con tristeza como si fueran dos ideas equivalentes. Otras veces, se sitúa a la depresión como el estado más grave del “estar triste”, lo que tampoco es correcto.
La tristeza es una emoción y, como todas las emociones, es funcional; es decir, tiene una misión adaptativa. El sentir tristeza permite desarrollar empatía y pensar alternativas que nos permitan mejorar nuestra situación. Simplemente por esto, por su valor adaptativo, la tristeza ha seguido estando presente en el ser humano: porque permite adaptarnos. Pero cuidado, porque estar triste, aunque esta tristeza sea muy profunda, no quiere decir tener depresión.
La depresión no es tan sencilla; no se trata sólo de un estado de ánimo que permanece en el tiempo. Una persona que sufre un trastorno depresivo pierde su interés en cosas con las que antes disfrutaba, además de sufrir una considerable disminución de su energía (que se traduce en sentirse incapaz de salir de la cama o de realizar tareas cotidianas simples).
La rumiación (es decir, la presencia constante de bucles de pensamientos repetitivos y negativos) es bastante frecuente en la depresión. También es habitual experimentar cambios en el peso corporal, en el apetito y la libido, entre otros. La depresión es un auténtico cambio físico y psíquico, que altera neurobiológicamente nuestro cerebro.
Depresión en personas exitosas: sus causas
Ya hemos comentado que la depresión puede ser algo silencioso, lo que significa que muchos aspectos por los que se puede deducir la existencia de un estado depresivo pueden desarrollarse de forma interna y, por tanto, no ser notados por los demás.
Es el caso del haber conseguido los objetivos vitales, éxito que puede enturbiar el problema. Es muy probable que los más allegados no se den cuenta de la existencia del trastorno, lo que puede ser muy perjudicial. Hay que tener presente que una depresión velada puede tener consecuencias graves para la salud mental de la persona.
¿Por qué, entonces, si esta persona ha conseguido todo lo que deseaba en la vida, sufre depresión? El mundo psíquico de cada individuo es único, por lo que no existen razones generales que determinen si una persona reúne las condiciones de ser feliz o no. No hay ninguna contradicción, pues, en el hecho de que una persona que ha alcanzado sus objetivos sufra una depresión.
Cuando aparece la sensación de vacío
Es habitual que, tras la consecución de un objetivo importante en la vida, la persona sienta una especie de vacío. Se trata de una denominación utilizada para nombrar la sensación de ver desaparecer el motivo que nos impulsaba a seguir. Así, cuando conseguimos algo que llevamos tiempo deseando y que consideramos vitalmente importante, puede que aparezca esta sensación de vacío, al preguntarnos ¿para qué era importante este objetivo?
Objetivos incongruentes con nuestra vida deseada
A veces nos esforzamos mucho en conseguir metas que, en realidad, no tienen nada que ver con la vida que deseamos. Esto se debe a que cuando somos niños interiorizamos ciertos deseos de los demás que confundimos con los propios; creemos que lo que los otros esperan de nosotros es lo que realmente queremos en nuestra vida.
Un ejemplo clásico es la elección de caminos profesionales que, en el fondo, no queremos seguir, o que formemos una familia cuando, en realidad, lo que queremos es una vida más independiente. La sociedad tiene ciertas “normas” de lo que es deseable y lo que no, y demasiado a menudo nos dejamos llevar por ellas sin plantearnos si en verdad encajan con nuestra manera de ser y de ver la vida. Y cuando nos damos cuenta de que sólo hemos seguido este camino por presión social o familiar, o ambas, sobreviene el vacío.
Es entonces cuando somos vulnerables y muy susceptibles de vivir lo que se denomina “crisis vital”. Ello no quiere decir que no tenga solución y que no podamos salir de ella, pero si se prolonga en el tiempo puede convertirse en depresión, lo que sí que puede ser grave.
¿Cómo solucionar esta crisis de salud mental?
Hemos visto cómo es perfectamente posible desarrollar una crisis e incluso una depresión aún cuando hemos cumplido las metas que nos hemos propuesto durante toda la vida. La salida de este tipo de situaciones implica reelaborar las decisiones que hemos tomado y, sobre todo, una alta dosis de resiliencia y flexibilidad. Equivocarse no es malo, y siempre podemos aprender de ello y reorientar nuestros objetivos.
Muchas veces no podremos solos, y de hecho lo más aconsejable es acudir a un profesional de la salud mental para que nos dé herramientas para reenfocar nuestra vida, seguir hacia delante y volver a recuperar la ilusión.
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Referencias bibliográficas:
Organización Mundial de la Salud (2023). Depresión.
Pinder, C.C. (2012). Work motivation in organizational behavior. New York: Psychology Press.
Suárez Richards, M. (1995). Trastornos del ánimo. En *Introducción a la psiquiatría*. Editorial Polemos.