El tipo de apego que desarrollamos en la infancia con nuestros cuidadores primarios influye de manera significativa en la forma que tenemos de vincularnos afectivamente. En la Teoría del Apego, se han descrito cuatro principales tipos de apego, en función de las características de los primeros vínculos afectivos y de los comportamientos más comunes de cada estilo de apego.
A lo largo de este artículo, nombraremos y describiremos dichos tipos de apego. Conocer sus características y cómo se desarrolla cada uno de ellos, proporcionando ejemplos que nos ayuden a identificarlos, puede ayudarnos a conocernos mejor a nosotros/as mismos/as.
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Índice
¿Qué es el apego y por qué es importante?
El apego es un vínculo emocional que desarrollamos con nuestros cuidadores desde la infancia. Según John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, este vínculo es fundamental para nuestro desarrollo emocional y social. Dependiendo de cómo nuestros cuidadores primarios respondan a nuestras necesidades, desarrollaremos un estilo de apego seguro o inseguro, lo que influirá en nuestra autoestima, confianza y forma de relacionarnos con los demás.
Los cuatro principales tipos de apego son:
- Apego seguro
- Apego ansioso-ambivalente
- Apego evitativo
- Apego desorganizado
A continuación, describiremos en detalle cada uno de ellos.
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Tipos de apego y sus características
Para Bowlby nuestra autoestima, nuestro mundo emocional y la calidad de nuestras relaciones adultas se ven afectadas por nuestro estilo de apego. A continuación, describiremos los cuatro principales estilos de apego existentes, detallando sus características con ejemplos que nos puedan ayudar a identificar cada uno de ellos.
1. Apego seguro
El estilo de apego seguro se caracteriza por la capacidad de interactuar de manera confiada con el entorno y con otras personas. Suelen presentar este estilo de apego las personas cuyos cuidadores primarios fueron capaces de mostrar presencia, interés y atención a sus necesidades, sin ser invasivos o sobreprotectores. Además, sus cuidadores consiguieron valorarles y validarles emocionalmente a lo largo de las diferentes etapas evolutivas, lo cual les dio mucha seguridad y confianza en sí mismos/as.
Esto permitió que los niños/as se sintieran cuidados y pudieran poco a poco ir ganando independencia confiando en sus propios recursos para tener diferentes experiencias y relacionarse con otras personas.
Como adultos, las personas con apego seguro suelen tener una autoestima saludable y tienen herramientas para relacionarse afectivamente de forma íntima con otras personas. Suelen conseguir mantener relaciones de confianza duraderas. Además, han desarrollado la autonomía, por lo que confían en sus propias capacidades y no son excesivamente dependientes de los demás.
Ejemplo:
Inés, una paciente con apego seguro, atravesó una crisis en su relación. Sin embargo, gracias a su capacidad de comunicación y gestión emocional, pudo expresar sus sentimientos y solucionar el conflicto de manera constructiva, fortaleciendo su vínculo de pareja.
2. Apego ansioso-ambivalente
El estilo de apego ansioso-ambivalente se caracteriza por mucha inseguridad hacia los propios recursos y por una necesidad excesiva de apoyarse en otras personas. Suelen presentar este tipo de apego las personas han crecido con un cuidador primario que mostraba excesiva preocupación y ansiedad ante peligros potenciales del entorno.
Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia que se experimenta ante las separaciones. Las personas con apego ansioso buscan mucho la aprobación externa. Así mismo, les cuesta atreverse a enfrentar situaciones nuevas ya que no confían demasiado en sí mismos/as.
En la edad adulta, esto se refleja en una baja autoestima, sumisión y dificultades para poner límites o asumir responsabilidades. Por ejemplo, he trabajado con pacientes que, como Marta, experimentan una intensa ansiedad cuando su pareja tarda en responder mensajes, interpretando rápidamente el silencio como un signo de rechazo o abandono. Este patrón emocional suele de
Ejemplo:
Marta, una paciente con apego ansioso, experimentaba ansiedad extrema cuando su pareja tardaba en responderle mensajes. Interpretaba este silencio como un rechazo, generando conflictos innecesarios en su relación.
3. Apego evitativo
El estilo de apego evitativo se caracteriza por una dificultad de reconocer los estados emocionales propios (sobre todo los más desagradables) y de conectar afectivamente con otras personas. Este estilo de apego suele producirse en entornos exigentes, donde no se da mucha importancia a los sentimientos.
Los cuidadores primarios de personas que desarrollan este tipo de apego no han sabido satisfacer sus necesidades emocionales, por lo que los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores y han tenido que ser auto-suficientes y distantes para sobrevivir. Muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y esta es la razón por la que evitan las relaciones de intimidad.
En la edad adulta, un ejemplo de las dificultades de las personas con apego evitativo es que al relacionarse en pareja les cuesta generar intimidad en la interacción y huyen de las conversaciones más emocionales o de los temas incómodos.
Ejemplo:
David, un paciente con apego evitativo, se sentía incómodo cuando su pareja expresaba tristeza. En lugar de apoyarla, evitaba el tema y se distanciaba emocionalmente, lo que generaba conflictos en su relación.
4. Apego desorganizado
El estilo de apego desorganizado se considera una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo. Los niños/as con este estilo de apego han crecido con comportamientos de sus cuidadores muy contradictorios e inadecuados, actuando como figuras de miedo y tranquilidad al mismo tiempo, generando mucha confusión al niño/a. El apego desorganizado incluso puede considerarse como la ausencia de apego.
Los cuidadores que generan un apego desorganizado en sus hijos/as han podido ser padres a veces muy negligentes que no han conseguido satisfacer las necesidades de los menores y que incluso les han podido poner en riesgo, en ocasiones. La consecuencia en los niños/as es la pérdida de confianza absoluta en su cuidador, e incluso enfado o miedo hacia él/ella.
Cuando son adultas, las personas con apego desorganizado enfrentan dificultades significativas en la regulación emocional y en las relaciones íntimas.
A menudo, estas personas anhelan conexión, pero sus experiencias tempranas de confusión y miedo las llevan a evitar o sabotear relaciones íntimas, perpetuando dinámicas inestables y dolorosas.
Ejemplo:
Andrea, una paciente con apego desorganizado, deseaba relaciones afectivas, pero reaccionaba con desconfianza y rechazo ante muestras de cariño, lo que generaba una dinámica inestable y dolorosa en sus vínculos.
¿Se puede cambiar el estilo de apego?
A pesar de que normalmente nos identificamos con un estilo de apego, que tiene que ver con nuestra historia de vida y las características de los primeros vínculos significativos, esto no implica que estemos determinados por este estilo de apego o que no podamos aprender otras formas de vincularnos más saludables. Sí es posible y sí podemos tomar la iniciativa de acercarnos cada vez más a un estilo de apego de más seguridad.
Relacionarnos con personas que tengan un apego lo más seguro posible, así como hacer un proceso de terapia psicológica para modificar las conductas problemáticas que tenemos interiorizadas, pueden ser formas de modificar nuestro estilo de apego.
Conclusiones
A lo largo de este artículo, hemos explicado qué es el apego, y hemos descrito cuales son los cuatro principales estilos de apego posibles: el apego seguro, el apego ansioso-ambivalente, el apego evitativo y el apego desorganizado.
Conocer los diferentes estilos de apego puede ayudarnos a entender algunas de las dificultades que sufrimos cuando éramos pequeños/as y también, ciertos comportamientos que tenemos en la edad adulta. De esta forma, podemos llegar a comprender mejor nuestra forma de vincularnos con otras personas y reflexionar si hay ciertas conductas que no son saludables y que se pueden cambiar.
Además, tener información acerca de la Teoría del Apego nos puede resultar útil también para aprender formas adecuadas de regular emocionalmente nuestras emociones. En cada estilo de apego, habrá ciertas situaciones que nos cuesten un poco más experimentar. Es justo en esas en las que tenemos que esforzarnos en trabajar. ¿Te apuntas a intentar relacionarte de la forma más saludable posible? Recuerda que tiene beneficios para ti y para los demás.
¿Sientes que tus relaciones son inestables o difíciles de manejar?
Si al leer este artículo te has identificado con alguno de los estilos de apego inseguros y sientes que esto está afectando tus relaciones personales, es momento de dar el primer paso hacia el cambio.
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Referencias bibliográficas:
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