Toma de decisiones: claves para decidir con confianza. En nuestro día a día estamos tomando decisiones constantemente. Si nos fijamos, desde que nos despertamos decidimos qué vamos a desayunar, qué ropa nos vamos a poner o a qué hora vamos a salir de casa. El tema es que muchas de estas decisiones ya están tomadas, por así decirlo, vamos en automático y no nos damos cuenta de que estamos tomando una elección frente a otra.
Pero ¿y si hay que tomar una decisión importante? Ante esta situación solemos darle muchas vueltas al mundo de posibilidades; el “y si me equivoco” está presente más de lo que nos gustaría, se hace molesto y, muchas veces, también nos frena en esa toma de decisiones. Sin embargo, no nos damos cuenta que no hacer nada también es una decisión.
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En este artículo te explicaremos por qué para algunas personas resulta tan costosa, lenta e inquietante la toma de decisiones. Después, te daremos unos pasos a seguir cuando te encuentres ante esta situación.
Índice
¿Por qué cuesta tanto la toma de decisiones?
A algunas personas les cuesta mucho zambullirse en la toma de decisiones y, normalmente, no es algo casual. Ante decisiones importantes como si continuar o no con una relación de pareja, cambiar de trabajo o de ciudad o comprarse una casa, es normal sentir desazón, inquietud o miedo. Por otro lado, la gente que arrastra todo un historial de vida en la que las épocas en las que tenían que hacer un cambio y tomar decisiones (si estudiar o no, qué estudiar, qué profesión escoger, etc.) también existen una serie de causas que pueden estar afectando a la toma de decisiones y que han generado y generan mucho malestar. Analizar las causas es muy importante para empezar a tomar decisiones con o sin confianza. Te contamos algunas para que puedas detectar si hay alguna en ti:
- Miedo a equivocarse. La causa en la dificultad de la toma de decisiones por excelencia. Esto es lo que más nos invade cuando tenemos que tomar una decisión. En cierto modo, es positivo que este miedo exista, de lo contrario, tomaríamos decisiones de manera impulsiva y tampoco nos iría bien.
- Tener que descartar. Tienes en frente de ti cinco puertas y has de escoger una. Sabes que una vez abras una ya no podrás escoger las demás. No obstante, aunque tendemos a pensar que la mayoría de las veces es así, la vida real nos muestra que nunca es demasiado tarde y que por norma general puedes volver al punto de partida y escoger otra puerta. Puede ser costoso, no lo negaremos, pero sigue siendo una opción.
- Perder el tiempo. Precisamente a las personas que les cuesta la toma de decisiones no les gusta nada perder el tiempo. De lo que no se dan cuenta es que mientras se deciden y están en frente de todos sus miedos (los cuales la mayoría no se cumplirán) también están perdiendo el tiempo.
- Defraudar a alguien. Otra causa muy común es que cuando tomamos una decisión a lo mejor tenemos a alguien en nuestro entorno que no le va a gustar dicha decisión. Esa figura o figuras es un vínculo tan fuerte e importante que nos da miedo que no esté conforme. Nos podemos imaginar las consecuencias que esto puede llegar a tener.
- Crianza. Otra causa es que en nuestra infancia no hayamos visto a nuestras figuras de apego ante la toma de decisiones, no solo eso, sino que además las han evitado o han vivido en una zona de confort de la que han elegido no salir.
5 pasos para la toma de decisiones
Los autores D’Zurilla y Goldfried desarrollaron una técnica para la solución de problemas que, en terapia, también ha resultado ser una herramienta útil para la toma de decisiones. Se divide en cinco pasos o etapas y son los siguientes:
1. Definición del problema
¿Ante qué encrucijada te encuentras? ¿cuál es el problema realmente? Trata de una forma muy clara, específica y realista definir el problema en el que te encuentras. Además, debe ser un problema sobre el que puedas actuar, no como un hecho inevitable. Por ejemplo, “Se me acaba el contrato de trabajo y me van echar”, no es un problema claro y si es inminente no puedes hacer nada. Quizás puedas plantearlo de la siguiente manera: “No tengo contrato de trabajo y tengo que buscar y elegir uno”, es más especifico y te indica algunos de los pasos que tienes que dar a continuación.
2. Lluvia de ideas de alternativas
Haz una lista de todas las alternativas que se te ocurran. En este paso, todo vale. Es decir, aunque las alternativas te parezcan absurdas o no te encajen del todo, anótalas igualmente. No juzgues ni critiques lo que se te vaya ocurriendo. Siguiendo con el ejemplo anterior: quedarme en paro, no trabajar, echar currículums en todo, etc.
3. Toma de decisiones
Ahora es que cuando toca valorar viabilidad y conveniencia de las opciones apuntadas en tu lluvia de ideas. Es hora de ser realista y plantearse objetivos. Para ello, lo primero que debes hacer es tener claro cuál es tu objetivo final y establecer unos criterios que se tienen que dar para evaluar la mejor alternativa (ej.: que sea un trabajo manual, ganar más de equis al mes y que no tenga turnos rotativos). Establece tres criterios claros. A continuación, valora la importancia de cada uno de esos criterios del 1 al 10 (ej.:q uizá el horario te importe menos que el sueldo). Por último, a cada solución de la lista asígnale los puntos que consideres en cada criterio, hasta un limite de tanto puntos como importancia le hayas dado a ese criterio. En teoría, la alternativa que más puntos acumules será la mejor.
4. Verificación de la solución
Te toca ahora verificar cómo vas a aplicar la decisión elegida y qué pasos has de dar. De nuevo, plantéate esos pasos de manera clara y en pequeños objetivos. Una vez hayas aplicado la decisión debes valorar en qué medida ha cumplido con tus criterios y con tus objetivos. Para ello, ponte una fecha de inicio y una fecha límite en la que revisarás esto último.
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Conclusiones
Hemos de dejar claro que esta técnica no es una técnica infalible y que le otorga fiabilidad absoluta a la decisión que tomes. Se trata de pararte a pensar qué es importante para ti que se cumpla, qué quieres en tu vida y qué no y que la toma de decisiones sea no solo pensada, sino también llevada a cabo. De lo contrario, nunca sabrás si has acertado o no.
Por otra parte, si, en general, te bloqueas ante la toma de decisiones importantes, sientes mucho miedo y te paralizas, es muy importante que te pares a analizar las causas. Ya hemos nombrado cuáles pueden ser. Si esto es casi ya un rasgo de tu personalidad puede convertirse en algo patológico, en el sentido de que no estás viviendo la vida que quieres vivir y puede llegar a generar efectos secundarios como síntomas de ansiedad o síntomas depresivos.
En este caso, te recomendamos que pidas ayuda profesional especializada en terapia para los trastornos de ansiedad. Una terapia psicológica te puede ayudar en el análisis de esas causas, repasar tu historial y, al ver el origen, ya tienes más perspectiva cuando te enfrente a la toma de decisiones. Eso sí, tu terapeuta no va a tomar la decisión por ti. Al final, vas a ser tú quien decida, pero de eso se trata: que seas tú quien se lance al vacío enfrentándose a las sensaciones y emociones inherentes e inevitables a la hora de tomar una decisión. A veces, acudimos a terapia con la idea de que sea el profesional quien nos diga cuál es la mejor alternativa. Lo que hará tu terapeuta, en realidad, será guiarte para que tú te descubras, sepas qué es lo que quieres y, sobre todo, ayudarte a gestionar esas emociones que te invaden y bloquean en la toma de decisiones. Recuerda que no decidir es una decisión como tal.
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¿Buscas servicios de psicoterapia para la toma de decisiones?
Si sientes que no avanzas, que no sabes cómo actuar, que casi todo te genera miedo o incertidumbre y eso está afectando a tu toma de decisiones, comenzar un proceso terapéutico sin duda te ayudará. En Avance Psicólogos trabajamos desde las terapias humanistas y las terapias de tercera generación respetando la metodología de guiar al paciente, en lugar de decidir por él. Te podemos atender por videoconferencia o de manera presencial en nuestros centros de psicología en Madrid.
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Referencias bibliográficas:
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Bados López, A., & García Grau, E. (2014). Resolución de problemas.
González, F. L. V. (2002). La técnica de solución de problemas aplicada a la depresión mayor. Psicothema, 516-522.
Nezu, A. M., Nezu, C., & D’Zurilla, T. (2014). Terapia de solución de problemas. Editorial Desclée de Brouwer.
Berdullas Saunders, S. (2016). Relación entre las habilidades de solución de problemas sociales y los rasgos emocionales negativos de la personalidad: la» tríada emocional negativa»(depresión, ansiedad e ira).